Carlos Iván Berón, de la dirección Criminalística de Entre Ríos, dice que los estudios en el arma fueron “la piedra filosofal” que permitieron esclarecer el asesinato del joven.
“La celosidad del arma fue la piedra filosofal”, dice Carlos Iván Berón, jefe de la división de Scopometría de la dirección de Criminalística de la Policía Entre Ríos. Con “celosidad” se refiere a la serie de estudios que hacen a las armas en investigaciones de homicidios. En el caso de Nahir Galarza, condenada a prisión perpetua por el asesinato de Fernando Pastorizzo, su novio, hace un año.
Berón fue clave en el caso. Su pericia permitió derribar el argumento inicial de la defensa, que sostenía que el arma que llevaba Nahir (propiedad de su padre, policía) se disparó por accidente, por un salto en la moto que conducía Fernando.
“Trabajamos de cero. Primero dio positivo el estudio que confirmaba que los proyectiles eran del arma del padre de la sospechosa. Después, con el trabajo de campo previo hecho por el peritaje de Gualeguaychú, fuimos para relevar el detalle minucioso del lugar del crimen”, explica Berón.
“Lo importante fue la celosidad, es decir las pruebas que revelaron la fuerza que se usó para gatillar y disparar, la dirección y recorrido de las balas, la intencionalidad del segundo disparo”, detalla el especialista.
Además de las cámaras que filmaron a Nahir yéndose del lugar donde apareció muerto Pastorizzo, el peritaje ordenado por el fiscal Sergio Rondoni Caffa y coordinado por Berón determinó que “de los dos tiros, el primero se efectuó con la víctima sentada en la moto, entró por su espalda, salió por su pecho y terminó impactando en la pared de una vivienda, a unos 60 metros”, cuenta el agente.
“La vaina de ese proyectil terminó abajo de su cuerpo, por lo que la sospechosa no se la pudo llevar como se cree que hizo con el segundo disparo”, agrega. Es que, también según sus estudios, el otro balazo “fue disparado sobre el cuerpo tendido en el piso, con el arma apoyada sobre su espalda, por eso la vaina quedó a la vista y la agresora se la pudo llevar”.
Esto fue clave para determinar la intencionalidad.
“El mismo día del homicidio tuvimos la hipótesis delictual policial”, recuerda Berón. “También fue importante relevar la velocidad del vehículo, el hecho de que no hubiera residuos de pólvora en la mano de Pastorizzo, la microscopía balística que determinó la fuerza empleada para cargar y disparar”, detalla
Por ahora, la causa no presenta novedades. “La defensa planteó el recurso de casación para que se revea la sentencia, pero eso ya está en manos de la Justicia”, repasa Berón, un perito que fue fundamental en la causa y con mucha experiencia. “El caso tuvo muchísima exposición e impacto, sobre todo en Guleguaychú y Entre Ríos en general, donde todos nos conocemos. Pero para nosotros hubo total igualdad y respeto a la hora de trabajar para esclarecerlo. Llevo 15 años haciendo esto y vi más de 1.500 muertos. Si el crimen hubiera sido al revés, habríamos actuado con la misma responsabilidad y minuciosidad”, asegura el policía.