Con un tiro libre de Alexis Mac Allister ganó 1 a 0 en el Sur después de ocho partidos. Pudo ser el último partido de Julio Falcioni como DT del club en el Florencio Sola y se fue ovacionado.
No la venía pasando bien Argentinos Juniors en el torneo. Las seis derrotas consecutivas, un solo gol en sus últimas ocho presentaciones eran el reflejo de una paupérrima campaña que lo dejaron en el último puesto y que lo pusieron a sacar cuentas con su promedio. Por eso el triunfo en el Florencio Sola se festejó como un enorme desahogo. Un grito para recargar energías, para creer que el horizonte puede ser algo mejor que este 2018 que lo tuvo a puros cachetazos en el segundo semestre. Fue, al cabo, uno de esos juegos que se valoran desde lo anímico y no desde el análisis de lo que se hizo para ganar.
La despedida más triste
Del otro lado, el contraste. Para este Banfield que se encuentra en una etapa de cambio, el 1 a 0 fue la despedida más triste que pudo tener Julio Falcioni del Florencio Sola, esa segunda casa que lo saludó con afecto y que lo dejó entre lágrimas después de lo que pudo ser su último encuentro como DT del club en Peña y Arenales. Al cabo, el tercer partido sin victorias ni goles quedó en una segunda escena: todo se lo llevó esa imagen del final con el entrenador ovacionado por el estadio y con ese abrazo de Cvitanich que sintetizó lo que hubiesen querido hacer los hinchas locales.
En el partido pasó poco. No se jugó demasiado en una primera etapa en la que hubo aproximaciones de la visita con Bobadilla y que tuvo en un cabezazo de Civelli lo más peligroso para el local. La pelea por la posesión marcó el ritmo del primer tiempo.
Al cabo, la diferencia en el encuentro fue un tiro libre de otro partido de Mac Allister que metió en el rincón. Se trató del único momento de brillo de un juego opaco, con poco espacio para la creatividad o la elaboración. Argentinos siempre fue intenso y con eso pudo ponerse al frente. Buscó utilizar las bandas, pero con pocas llegadas para el solitario Bobadilla. Lo del equipo de Falcioni fue más simple pero poco efectivo: un juego vertical, con la búsqueda de la segunda pelota pero sin la elaboración suficiente como para dejar mano a mano a un jugador de verde y blanco frente a Lanzillotta.
Es cierto que lo pudo empatar el local con un tanto de Cvitanich que fue mal anulado por el línea Eduardo Lucero a la salida de un tiro de esquina y tras un desvío de Civelli. Esa era la única vía que le quedaba a Banfield para apostar al gol. Lo intentó con una docena de centros que se encargaron de rechazar entre Bojanich y Torrén en el equipo de Sanzotti, que se aferró al 1 a 0 y no lo soltó jamás, pese a que tuvo oportunidades para desplegarse en ataque para aprovechar los huecos que dejó en defensa su rival. La racha adversa no dejó espacio para arriesgar de más. El festejo del final así lo expuso.
Fuente: Clarin
