Es importante saber cómo ayudar ante una situación de peligro extremo y conocer las herramientas que permiten salvar vidas
Es muy difícil prever una emergencia cardíaca como la que cualquier día puede sorprendernos en el trabajo, en el club, en un medio de transporte o en plena calle. Por eso, es trascendental saber cómo ayudar ante una situación de peligro extremo.
La RCP se practica cuando una persona deja de responder y de respirar. Tradicionalmente esta maniobra consistía en dar respiración boca a boca intercalando compresiones del tórax. Actualmente, en adolescentes y adultos se realiza utilizando sólo las manos y es una opción sencilla y muy eficaz para practicar en caso de un paro cardiorrespiratorio súbito.
¿Qué debo hacer ante una persona que cae desvanecida?
De acuerdo con lo que explica el el Dr. Silvio Aguilera, Director Ejecutivo de Fundación Emergencias y miembro de la Dirección Médica de la compañía, lo primero es chequear que la causa de la emergencia no represente un peligro para la persona que acude a ayudar. Es decir, hay que comprobar que no existan peligros en la zona tales como electricidad, gases tóxicos, etc. Luego debe evaluarse si se trata de un paro cardiorrespiratorio. Para eso, hay que llamarla y sacudirla. Si no responde, se debe descubrir el tórax de la víctima para ver si respira. Si no lo hace, indicar a alguien que esté cerca que llame a una ambulancia o hacerlo uno mismo y pedir un DEA (Desfibrilador Externo Automático), que es un dispositivo portátil seguro y preciso preparado para que lo use cualquier persona entrenada de la comunidad. Su uso triplica las chances de sobrevida de la víctima. Inmediatamente después, deben iniciarse las maniobras de RCP.
Para realizar este procedimiento debemos arrodillarnos a un costado de la persona cerca del tórax y trazar una línea imaginaria entre sus pezones. Luego apoyar la palma de una mano sobre el centro del pecho sobre el esternón y la otra encima, entrelazando los dedos.
En segundo lugar, se recomienda inclinarse hacia adelante con los brazos extendidos y los hombros sobre el nivel de las manos para iniciar las compresiones sobre el tórax, a razón de 100 a 120 veces por minuto. El tórax debe contraerse cinco centímetros y volver a su posición entre compresión y compresión.
Por último, continuar con las compresiones fuertes y rápidas alternando con alguna otra persona para evitar que el cansancio afecte el proceso. Esperar hasta que llegue el DEA o el auxilio de la emergencia médica que comenzará a practicar resucitación cardiopulmonar avanzada. Si el paciente comienza a hablar, se mueve o respira con normalidad, se pueden detener las maniobras.
¿Cómo me doy cuenta de que estoy haciendo bien la maniobra?
Cualquier duda que surja acerca del procedimiento mientras se lo realiza, puede consultarse al servicio de emergencias. Los operadores telefónicos preguntarán si el paciente responde y respira y podrán orientarnos y ayudarnos en el proceso de reanimación hasta que llegue la ambulancia al lugar.