Creer es dar por cierto aquello que pensamos sin la necesidad de buscar algo que lo refute. Lo que creemos es, entonces, una verdad evidente por sí misma, es la certeza que tenemos acerca de una determinada cuestión. Es tener una posición tomada sobre cualquier aspecto de nuestra vida. Tenemos creencias sobre el dinero, el sexo, la educación y el trabajo, entre tantas otras cuestiones. La lista es interminable.
“Muchas de las creencias que tenemos nos posibilitan avanzar y enfrentarnos a toda clase de dificultades”, explicó en diálogo con Infobae la escritora y psicóloga Celia Antonini. “Cuando una persona cree que puede lograr aquello que se propone, ninguna interferencia será motivo para abandonar su decisión de seguir adelante y, a la inversa, cuando creemos que no podemos no necesitamos obstáculos externos para poner a prueba nuestra imposibilidad. El solo hecho de pensarlo de esa manera inhibe cualquier intento de llevarlo a cabo”.
Las creencias que más obstáculos presentan son aquellas que desmoralizan y debilitan la imagen que uno tiene de sí mismo. “Las creencias nos condicionan, independientemente de si son buenas o malas, y el tiempo que llevan con nosotros no hace la diferencia. Una creencia reciente o una creencia muy antigua tiene que ser sometida al mismo proceso para poder ser desterrada. Quedamos a su merced hasta que decidimos enfrentarla”, aseguró la experta.
“No se aferre a lo que piensa cuando no le sirve, le hace mal, le hace daño, lo angustia, lo deprime, lo pone nervioso o le genera conflictos. Entienda que no es bueno para usted”, recomendó Antonini.
Los pensamientos y emociones con los que una persona tiene que luchar han sido creados por ella misma. En algún momento de su vida les dio validez y los mantuvo vigentes hasta hoy. Son su propia obra. Si las creencias que tiene no son beneficiosas, habrá que comenzar a cambiarlas.
Para modificar una creencia tenemos que cuestionarlas o ponerlas en duda. ¿Será tan así? ¿Y si estoy equivocada? Creo que es así, ¿y si no lo es? ¿Si lo que me parece cierto está equivocado? ¿Hay otra forma de ver lo que me sucede? ¿Qué me dicen los otros cuando les cuento lo que me pasa? ¿Ven lo mismo que yo? ¿Piensan como yo? ¿Creen como yo sobre lo que me sucede?
“Hay que buscar otras alternativas: tomar la creencia y comenzar de a poco a derribarla. Cada una de estas preguntas hace temblar los cimientos donde creció la creencia que hoy tiene una persona. La fortaleza de la creencia está sustentada en la cantidad de veces que la persona la repitió, de esa forma fue ayudándola a crecer y a fortalecerse. No hay creencia que pueda sostenerse si se le quita el poder que tiene”, afirmó.
El mejor antídoto es la duda, destacó Antonini. “Póngala a prueba, hágalo en forma constante y encontrará una nueva perspectiva. Instalar la duda es un método efectivo para cambiar nuestras creencias, pero también podemos lograrlo ingresando desde otro ángulo mental”.
En el momento en que tratamos de derribar una creencia nos encontramos con una fuerte resistencia. Nos enfrentamos a una pulseada con una parte de nosotros mismos. “Tener una creencia es haber creado un gigante que, cuando nos oponemos a él, se nos enfrenta con todas sus fuerzas y trata de dominarnos sin tener la más mínima intención de abandonar su posición. Casi podríamos decir que toma vida propia”.
Parece mentira que, para cambiar una creencia, tengamos que luchar contra aquello que nosotros mismos hemos creado. “Si no podemos lograrlo, perdemos el control sobre nosotros mismos y nuestras creencias se vuelven amos y señores de nuestra vida, quedando esclavizados a sus antojos”, advirtió la especialista.
“Una de las maneras más efectivas que tenemos a la hora de mantener las riendas y el control de nuestra mente es creer en el poder que tienen nuestras decisiones y, de esa forma, quedamos por encima de cualquier otra creencia. Ninguna de ellas se nos resistirá si tomamos conciencia de que todo aquello que construimos en nuestra mente lo podemos destruir, cambiar, modificar o mantener”, aseveró.
Entonces, el verdadero poder radica en la creencia para modificar o anular todas las creencias que condicionen o impidan a la persona lograr sus objetivos. Una vez sorteado el obstáculo, el camino se recorre más fácilmente.
“Creamos pensamientos que se van volviendo poderosos y acaban por dominarnos y mantenernos a su merced. Si ese sistema de creencias que tenemos es altamente nocivo y negativo, aplasta nuestro estado de ánimo, interfiere en nuestras decisiones, aniquila la autoestima y nos aleja de toda posibilidad cierta de bienestar. Cuando no encontramos la salida y nuestra vida se torna demasiado sufriente, terminamos sentados en la sala de espera de algún profesional que nos ayude a quitarles a nuestras creencias el poder que, sin querer, nosotros mismos les fuimos otorgando”, concluyó Antonini.