Investigadores del INTA y de la Universidad Nacional de San Martín utilizaron “tijeras génicas” -método de edición del genoma- y lograron las expresión del gen deseado.
A poco más de seis años de que la ternera Rosita ISA diera leche con características similares a la humana, debido a la presencia de las proteínas lisozima y lactoferrina, el mismo equipo de investigadores del INTA y de la Universidad Nacional de San Martín (USAM) identificó el gen de la beta-lactoglobulina en embriones bovinos y, a partir del uso de “tijeras génicas” -CRISPRs-, logró introducir cambios en el genoma de bovinos de raza lechera.
El hallazgo se confirmó en tres de los cuatro animales en estudio, que manifestaron distintos tipos de edición del gen de la beta-lactoglobulina, principal alérgeno presente en la leche bovina. Son los primeros animales obtenidos en el país como resultado de la generación de una plataforma completa de edición génica y es la primera vez que se aplica esta tecnología en este gen en el mundo.
El objetivo final “es obtener un animal productor de leche hipoalergénica, que no tenga la capacidad de producir esa proteína que genera esta afección”, explicó Nicolás Mucci, investigador del grupo de Biotecnología del INTA Balcarce -Buenos Aires-, responsable del proyecto llevado a cabo en el marco de su tesis doctoral.
“Nuestro trabajo busca apagar y sacar el alérgeno más importante que tiene la leche de vaca para el ser humano, como es la beta-lactoglobulina; una proteína que corresponde al 50 por ciento de todas las proteínas del suero de la leche”, indicó Adrián Mutto, investigador de la UNSAM y del Conicet.
Para que la edición génica se concrete y se pueda producir efectivamente leche sin beta-lactoglobulina, se deben obtener animales homocigotas no mosaico, es decir, que presenten la edición en ambas copias del gen y en todas sus células.
Del total de transferencias embrionarias realizadas a hembras receptoras, entre los meses de marzo y noviembre de 2017, se lograron nacimientos entre febrero y julio de este año y fueron cuatro terneras.
“Si bien aún no logramos la obtención de un animal homocigota no mosaico, que hubiera sido el resultado óptimo desde el punto de vista tecnológico, las terneras nacidas abren la posibilidad de conseguir el genotipo buscado a través del cruzamiento con un macho homocigota o heterocigota”, sostuvo Germán Kaiser, investigador del INTA Balcarce.
Fuente: Agritotal