En un momento especial del año, las consultas nutricionales se llenan de personas con necesidades urgentes por bajar los kilos instalados durante todo el año tan solo en uno o dos meses. Es que el problema radica en que se acerca el verano y entra en juego esa necesidad de verse lo mejor posible.
Para el licenciado en nutrición y director de la carrera de nutrición en la Universidad Argentina de la Empresa, Diego Sívori, hay algo parecido a un “parto nutricional” donde lo que fue engendrando por cada persona durante nueve meses debería salir del interior en unas horas, semanas o pocos meses y en ese pensamiento radica el error.
Y es que llega el mes de octubre y muchas personas comienzan un plan saludable con un nutricionista, el cual les permite bajar de peso de forma armónica y respetando cada cuerpo. “Otras tantas están desesperadas y de ese modo recurren a la clandestinidad de las dietas y buscan el plan de moda en redes, algo que se vende como mágico y estricto”, enfatizó el profesional.
De este modo, la metodología de querer bajar de peso en pos de un verano en “forma” es un laberinto sin salida. “Si seguimos haciendo siempre lo mismo obtendremos los mismos resultados. Las estadísticas lo corroboran. Año tras año contamos con más personas obesas, diabéticas, hipertensas y con problemas cardiovasculares”, describió el especialista en nutrición.
En este contexto, Sívori enumeró a Infobae los cuatro errores más comunes que cometen las personas para “llegar bien al verano”. Estos son:
Empezar una dieta que no está destinada para el organismo de la persona
Para el profesional es lo mismo buscar una dieta en internet que salir corriendo y preguntarle al vecino qué hizo para verse tan bien: “Sea una dieta de batidos o un plan Detox, que no respete tus tiempos, horarios, características clínicas ni metabólicas, será imposible llevarla a cabo”.
Por eso, el profesional recomienda prestar atención a tener estudios clínicos previos, por más de que el plan sea alto en proteínas, ya que el cuerpo puede no estar preparado para afrontar el tipo de dieta genérica y los efectos pueden ser inversos.
Comer raciones muy chicas
El estómago y el cerebro están comunicados constantemente, es por eso que cuando la persona se somete a planes de porciones reducidas la ansiedad no permite que la cabeza funcione normalmente. “Es vital que las personas no lleguen a sentir hambre. Consumir únicamente ensaladas y frutas que aportan volumen pero poca energía y satisfacer solo a la necesidad de ver el plato lleno es muy peligroso”, dijo Sívori.
Comer con tan poco sabor y color que no se pueda diferenciar qué está comiendo
Que las papilas gustativas se pregunten para qué existen. “Nuestro cerebro busca constantemente el placer, y planes displacenteros nunca lo dejarán satisfecho y siempre sentirá ansiedad”, comentó Sívori.
Comer muy rápido y sin tiempo
Comer cuando solo quedan cinco minutos para decidir qué comer lleva a las peores opciones de comidas rápidas ya que no existe ninguna planificación. “Lógicamente la persona deberá luchar contra las opciones de peor calidad nutricional, que suelen ser las que permiten comer en tan poco tiempo pero no las que permiten frenar la voracidad cuando uno llega luego de un largo día, ya que es inevitable que sea de otra forma”.
Por último, el profesional reflexionó acerca de los peligrosos métodos para llegar bien al verano: “Si se cumplen los cuatro pasos indicados juntos o todos por separado es probable que haya un porcentaje casi nulo de efectividad. Lo que sí es seguro que la persona llegará con más peso y peores condiciones de salud”.