Central se coronaba campeón de la Copa Argentina en su cuarto intento por la obtención del título y casi al unísono, la euforia empezaba a contagiarse en Rosario. Los hinchas empezaban a inundar los lugares elegidos para la fiesta. Así, la zona del Monumento se convertía en el epicentro de la imparable celebración.
“¡Central es lo más grande que hay! ¡Somos la ciudad!”, vociferaban algunos, mientras otros aprovechaban para enrostrarle el título a su clásico rival, pintados de auriazul.
Los canallas armaron allí un carnaval, que se repetía con creces en el Gigante y otro sitios seleccionados. En efecto, una frase de Bauza al final del juego fue premonitoria: “Me imagino cómo va a estar Rosario”.
A cada uno de esos lugares fue arribando la gente poco antes de las 23.30. Y ya sobre la medianoche la zona del Monumento estaba poblada de fervorosos simpatizantes. Es que el partido obligó a sufrir. Primero por el empate en los 90′ y después en la definición por penales.
En el parque a la Bandera había locura. No era para menos, el equipo de Arroyito volvía a dar una vuelta olímpica después de 23 años.
Y mientras en el campo de juego mendocino el plantel levantaba la copa, en Rosario las gargantas de los hinchas se llenaban de cánticos. Tampoco faltaron los fuegos artificiales. Después se sumaron los expendedores de banderas, gorros y cotillón.
El área del Monumento se cubrió. Y hasta altas horas de la madrugada miles de personas la tiñeron la ciudad de azul y amarillo.