Un estudio revela que cuanto mayor es la edad del padre mayor es el riesgo de que el bebé tenga problemas al nacer.
El reloj biológico también corre para los papás. Y las investigaciones más recientes sugieren que lo hace más deprisa de lo que se creía.
Si hasta ahora se consideraba que era a partir de los 55 años cuando la edad del padre podía tener alguna incidencia en la salud del bebé por la mayor acumulación de alteraciones cromosómicas en el esperma, un nuevo estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford que ha revisado más de 40 millones de nacimientos sugiere que los riesgos comienzan a los 35 años y son significativos a partir de los 45.
En concreto, los científicos de Stanford aseguran que cuanto mayor es la edad del padre mayor es el riesgo de que el bebé tenga problemas al nacer: desde bajo peso hasta convulsiones, pasando por necesidad de respiración asistida o de ser ingresado en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN).
Los datos del estudio –publicado en el British Medical Journal–, sugieren que, una vez controladas variables como la edad materna, la raza, la educación, el nivel educativo, el estado civil o el historial de tabaquismo, una vez que el papá pasa de los 35 años hay un ligero aumento en los riesgos al nacer porque con cada año que un hombre envejece acumula en promedio dos nuevas mutaciones en el ADN de su esperma.
Así, los bebés nacidos de hombres de 45 años o más tenían un 14% más de probabilidades de nacer prematuramente, de presentar un bajo peso y de ser ingresados en la UCIN que los que tenían padres entre 25 y 34 años (la edad promedio de paternidad en Estados Unidos). Y el riesgo de convulsiones aumenta, según los datos del informe, un 18%. Y a partir de los 50 años, la probabilidad de requerir ventilación al nacer era un 10% superior, y la de necesitar asistencia en la UCI aumentaba un 28%.