Lejos de ser alimentos saludables, las papas fritas son “bombas de almidón”, asegura un experto.
La creencia más difundida es que si la papa es un vegetal, debe ser buena porque los vegetales son buenos.
Pero no es así.
Las papas se encuentran al final de la lista de los vegetales saludables, reporta The New York Times, porque carecen de los compuestos y los nutrientes comunes en los vegetales verdes.
Es Eric Rimm, profesor del Departamento de Epidemiología y Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard, quien las llama “bombas de almidón“.
“Si usted toma una papa, la pela (y así le quita los pocos nutrientes que tiene), la corta en trozos, los hunde en aceite hirviendo y encima les añade sal, queso, chile o gravy“, le dijo Rimm al diario, “esa bomba de almidón puede convertirse en un arma de exterminio dietético“.
De acuerdo con una investigación que publicó el año pasado la Revista de Nutrición Clínica de Estados Unidos (American Journal of Clinical Nutrition), las papas tienen un elevado índice glucémico, que se asocia con un mayor riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
De hecho, indica el estudio, los participantes que comían papas fritas dos o tres veces a la semana tenían un riesgo de mortalidad mayor que quienes las comían asadas o de otra forma, siempre que no fueran fritas.
La doctora italiana Nicola Veronese, de Padua, que formó parte del equipo investigador, dice haber quedado asombrada al ver la cantidad de papas fritas que consumen los estadounidenses en comparación con otros países.
La papa es el vegetal más consumido en Estados Unidos, según estadísticas del Departamento de Agricultura que cita The New York Times. Cada estadounidense come un promedio de más de 115 libras de papa blanca al año, dos tercios de las cuales ingiere en forma de papas fritas, chips y otros alimentos procesados.
Si es usted de esas personas dispuestas a enormes sacrificios por tal de proteger su salud, pero no cuenta entre ellos prescindir de las papas fritas, el periódico recomienda varios consejos.
En primer lugar, la cantidad, porque la cantidad que usted coma es más importante que el aceite usado para freirlas o el recipiente donde las fría, dice Lindsay Moyer, experimentada nutricionista del Centro de Ciencias en Interés del Público.
En restaurantes de comida rápida, la ración grande representa como promedio 510 calorías, casi tantas como el mayor bocadito. El Departamento de Agricultura indica que una ración individual es de tres onzas, que vienen siendo entre 12 y 15 tiras, con una carga de 140 calorías.
Moyer sugiere compartir su orden, quedarse con la menor cantidad posible o sustituirla por una ensalada con vegetales verdes. Incluso, convendría optar por asar la “sweet potatoe“, lo que en ciertos países se conoce como batata, boniato o simplemente papa dulce.
Los toppings y los condimentos pueden añadir hasta mil calorías, advierte la especialista. Otra experta, Elaine Magee, que ha publicado 25 libros sobre nutrición y cocina saludable y trabaja como asesora dietética para la cadena Albertson’s, ofrece un orden de mejor a peor encabezado por las papas asadas en casa con un rociado de aceite de canola o maní, al que siguen las papas fritas en casa con cáscara y todo, usando aceite en sartén.
Después continúan por ese orden las papas dulces también fritas, y al final las rebanadas en grandes porciones, porque absorben más grasa.
Si las consume en restaurantes, pregunte con qué frecuencia cambian el aceite de freír, porque a más uso, más peligro. Y el diario observa que el aceite de maíz es rico en ácidos grasos, que contribuyen a la inflamación.
Por último: saboréela. Póngase una papa en la lengua, cierre los ojos y disfrútela. Si lo hace de ese modo, probablemente con diez le alcance.