Enseñar 2017 evaluó la lectura, la escritura y el criterio pedagógico de los estudiantes que ejercerán la docencia en el futuro. “Los resultados no son tan malos pero tampoco son buenos”, aseguró el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro.
A fines de 2017, el Ministerio de Educación de la Nación anunció que los futuros docentes serían evaluados a nivel nacional. El plan se caratuló Enseñar 2017 y los resultados de las pruebas fueron publicados en las últimas horas: sólo el 40% superó el promedio establecido por la Secretaría de Evaluación Educativa.
De la evaluación participaron 464 institutos y casi 12 mil estudiantes de 23 jurisdicciones del país. Desde el ministerio aseguraron que se trató de una prueba exploratoria, en donde se observó una notable desigualdad en la formación docente a nivel nacional.
Enseñar indagó, por primera vez, los saberes de los estudiantes en dos áreas fundamentales: comunicación escrita (lectura y escritura) y criterio pedagógico. Los resultados de los saberes evaluados en comunicación escrita y criterio pedagógico fueron agrupados en tres niveles: promedio (20% de los estudiantes), superior al promedio (40% de los estudiantes), y por debajo del promedio (40% de los estudiantes).
En Lectura, los estudiantes que superaron la media demostraron una capacidad superior para extraer información de un texto, interpretarla, reflexionar y evaluarla. Quienes se mantuvieron dentro del nivel promedio presentaron ciertas dificultades para comprender las intenciones y los recursos que utilizaron los autores. El grupo que no alcanzó ni siquiera este nivel fue el que expuso las mayores dificultades en cuanto a la capacidad de comprensión.
En Escritura, los estudiantes del nivel superior al promedio demostraron un alto dominio de la capacidad de producir textos autónomos, coherentes y cohesivos. Aquellos ubicados en el nivel promedio exhibieron ser escritores ordenados para plantear ideas, con ciertas carencias para utilizar la trama argumentativa. Ya por debajo del promedio los alumnos tuvieron un dominio insuficiente de las capacidades evaluadas.
En relación al Criterio Pedagógico, los estudiantes ubicados en el primer grupo se mostraron capaces de planificar la enseñanza y la evaluación de lo adquirido. El segundo grupo mantuvo un desarrollo menor y el mayor desafío se encontró en la evaluación. Quienes no alcanzaron el promedio fueron los que más dificultades expusieron.
La evaluación Enseñar también permitió caracterizar a los estudiantes participantes: 8 de cada 10 fueron mujeres y la mitad tenía más de 25 años. El 57% provenía de hogares con madres que no habían finalizado los estudios secundarios y, en relación a su situación laboral, el 60% trabajaba (entre ellos, el 30% se desempeñaba en la docencia). Los estudiantes que ejercían la docencia obtuvieron mejores resultados en relación a sus pares que no trabajaban o lo hacían en otras actividades.
“Los resultados no son tan malos pero tampoco son buenos”, evaluó Finocchiaro.
“El reporte nacional induce a nuevas reflexiones, nuevas preguntas e hipótesis respecto de la formación docente. No es un proceso concluido sino un paso más en la construcción de evidencia que alimente la toma de decisiones para el fortalecimiento institucional, así como de la política de formación docente”, expresó Elena Duro, secretaria de Evaluación Educativa.
En cuanto a los institutos participantes, el 66% son estatales y el 44% tiene entre 100 y 399 estudiantes. El 32% de los institutos posee estudiantes que alcanzaron el nivel superior al promedio.
Entre los estudiantes, el 87% aseguró no haber repetido en el nivel secundario. 8 de cada 10 evaluados mencionaron, como motivo de la elección de la carrera, variables vinculadas a la educación (importancia de la educación en la sociedad y la vocación por enseñar). En esta línea, 5 de cada 10 estudiantes sostuvieron que eligieron esta carrera como garantía de un empleo relativamente estable.
Los directivos también fueron evaluados: 7 de cada 10 son mujeres y el 41% posee el cargo titular. En mayor proporción, suelen destinar una considerable cantidad de tiempo a tratar aspectos de la organización del instituto y a dialogar con docentes y estudiantes. Asimismo le destinan un tiempo inferior a trabajar con otros institutos e instituciones y a supervisar y evaluar a los docentes.
En relación a la educación inclusiva, uno de los mayores desafíos señalados por los estudiantes y directivos en la formación es el trabajo con los niños y adolescentes. El 42% de los estudiantes no se siente plenamente preparado para interactuar con estudiantes con dificultades en sus trayectorias. El 35% de los directivos se manifestó en desacuerdo con que los estudiantes estén preparados para trabajar con niños y jóvenes con dificultades.
Los institutos que obtuvieron mejores resultados están ubicados, en su mayor parte, en municipios de más de 100 mil habitantes. Allí, 3 de cada 10 institutos poseen una matrícula superior a 400 estudiantes.