Tanto el estrés como la ira afectan el peso corporal. Como consecuencia la gente come más de lo habitual. Enterate.
Malas noticias para los furiosos crónicos. Ellos además de pasar un mal momento y de poner a su entorno en tensión engordan cada vez que se enojan. Fue el nutricionista mexicano Juan Manuel Romero Villa quien reveló que tanto el estrés como la ira afectan el peso corporal. Ambas emociones están relacionadas con la fluctuación de las hormonas.
El experto publicó el libro “El que se enoja engorda” donde detalla que el enojo dispara a la glucosa, la adrenalina y el cortisol en el cuerpo. Así las personas terminan con hambre y tienden a comer más de lo normal.
“Para que tomen la decisión de querer adelgazar no solamente por lo metabólico sino por el emocional Es necesario quitarse de encima el mal humor y todas las emociones negativas que no necesitas y que vienes cargando, que se ven representadas en el peso corporal”, remató Romero Villa.