Polémico y crítico dejó obras muy importantes para la literatura política. Tenía 91 años.
Cuando cumplió 90 años, un periodista le preguntó al escritor, historiador y periodista Osvaldo Bayer cómo imaginaba un día perfecto. Él dijo que se veía levantándose al alba para después tomarse tres vasos de whisky, salir a caminar por una playa tropical, comer salchichas alemanas con karttofel (ensalada alemana de papas y huevos), dormir una buena siesta, escribir durante varias horas y poder ver el mar antes de dormir: esa era su idea de la felicidad.
Fue muy poco antes de que celebrara ese aniversario redondo en una plaza de Nuñez (Roosevelt y 3 de febrero), lejos de la playa pero muy cerca de su casa, rodeado de un mar de vecinos, que se acercó a abrazarlo con inmensurable cariño y una visible gratitud. Es que además de ser el “anarquista pacifista”, como le gustaba definirse, defensor de los valores democráticos y filoso polemista al que que sus admiradores y detractores reconocían como uno de los más sólidos intelectuales latinoamericanos de las últimas décadas, Bayer era un buen hombre, que se había ganado el respeto y el cariño de una sociedad que le reconocía su compromiso inquebrantable, con la profesión y con la lucha por los Derechos Humanos, banderas que agitaba con convicción pero sin perder la ternura. Su amigo y su gran modelo en la profesión y en la vida era Rodolfo Walsh.
Este lunes a las 11 de la mañana, en su casa, murió Osvaldo Jorge Bayer. Tenía 91 años.
Fue un reconocido escritor y periodista, quien dejó dos obras muy importantes para la literatura argentina política:“La Patagonia Rebelde” y la biografía de “Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia”.
La noticia de su muerte, a sus 91 años, conmovió al arco político en su totalidad e impactó en el ambiente de la cultura, desde el que escritores, historiadores y periodistas lamentaban su partida a través de las redes sociales.
Había nacido el 18 de febrero de 1927 en Argentina,y su apellido original era “Payr”. Sucede que cuando su abuelo llegó al país, se cansó de que lo escribieran mal. “Bayer, como las aspirinas”, dijo en el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires y los Territorios Nacionales. De chico le decían Oswald.
“La Argentina es un país en permanente desarrollo. O no”, decía él con sutil ironía. Era un observador lúcido y crítico de la actualidad nacional y no tenía pruritos a la hora de señalar la injusticia de la desigualdades sociales. “¿Hay democracia en un país en que hay villas miserias y barrios de lujo?”, solía preguntar. “Los hombres de Mayo querían llegar a la libertad con igualdad; a nosotros, en cambio, no nos da vergüenza seguir cantando el himno”, disparó cierta vez. “La lucha que libramos es por la verdadera democracia, sin niños con hambre y con trabajo para todos.”
Como investigador y periodista –una profesión a la que había llegado por influencia de su hermano mayor, colaborador de diarios en su juventud- Bayer dio forma a una obra cumbre, la saga histórica de Los vengadores de la Patagonia trágica –que tendría su adaptación al cine en 1974, bajo dirección de Héctor Olivera. La película, ganadora de un Oso de Plata en Berlín, es La Patagonia Rebelde (1974), y fue guionada por el mismo Bayer.
Bayer, en la Mesa de Redacción de Clarín. La foto salió publicada en el suplemento aniversario de los 25 años del diario, el 28 de agosto de 1970. Frente a Osvaldo, el secretario general de Redacción, Carlos Gelmi. (Diario Clarín))
El escritor había dado el salto a la cultura popular con su investigación sobre el anarquista Severino Di Giovanni y alcanzaría el reconocimiento definitivo con la serie de cuatro tomos que integranLos vengadores de la Patagonia…, publicados entre 1972 y 1974 y basados en un hecho histórico silenciado: una trágica represión a cargo del Ejército argentino que incluyó fusilamientos de decenas de peones rurales y obreros en las huelgas patagónicas de 1921.
Multitudinario festival musical en homenaje al historiador Osvaldo Bayer en su cumpleaños 90. (Telam)
La obra, en conjunto, es más mucho más que el testimonio de la virulenta represión y matanza: puede leerse como la radiografía descarnada de un sistema perverso, en el cual los estancieros latifundistas de la Patagonia, verdaderos instigadores e interesados en aniquilar a los huelguistas, presionaron al gobierno de Hipólito Yrigoyen y al ejército para que terminara definitivamente con los “rotosos sublevados”. Es la forma en la que su autor daba visibilidad y voz a los marginados de la Historia, a la vez que denunciaba a sus verdugos, haciendo gala de una forma de revisionismo que operaría como bisagra en la trama del periodismo argentino. “No es necesario agregar nada a la verdad histórica porque ésta tiene más fantasías que la propia fantasía”, sostenía el escritor.
En París, en 1979, junto a su amigo Osvaldo Soriano (Gentileza Osvaldo Bayer)
“La historia de Osvaldo Bayer es la historia de la Argentina.En todo momento tuve presente que no sólo estaba reconstruyendo la vida de uno de los periodistas e intelectuales más importantes de la historia contemporánea, sino que también recorría los distintos hechos históricos del país”, había contado a Clarín el periodista Germán Ferrari, quien ordenó en un libro la vida de una de las grandes figuras del siglo XX argentino.
El libro La Patagonia Rebelde ocupa un lugar central en el periodismo argentina. La exhibición como película —dijo Ferrari— “permitió a un público masivo acercarse a un acontecimiento histórico silenciado. Sin lugar a dudas, los cuatro tomos de Los vengadores… figuran entre las investigaciones más valiosas de historia del género”.
El festival musical en homenaje al historiador Osvaldo Bayer en su cumpleaños 90, organizado por el Sipreba (Telam)
La publicación de los libros derivaría en su persecución por parte de la Triple A de José López Rega, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón, y un exilio forzado en Berlín, desde el que denunció las atrocidades de la última dictadura y que se extendió hasta 1983, año de la recuperación democrática.
En 1984, Bayer prologó un libro de su amigo Juan Gelman, Exilio, y recibió el Premio Konex, un reconocimiento que se sumaría a otros tantos, como el Doctor Honoris causa que recibiría de parte de la Universidad Nacional del Centro por su lucha por los derechos humanos, la literatura y el periodismo (2003) y, posteriormente, en las universidades nacionales de Córdoba, (2009), Quilmes (2009), San Luis (2006), Del Sur (2007), Del Comahue (1999) y de San Juan (2011). Era también Profesor Honorario de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Una súplica en la noche
Bayer trabajó en Clarín y llegó a ser Secretario General de Redacción.“Me gustó siempre el periodismo, acá y en el interior”, contó en diálogo con La Izquierda Diario en enero de 2017.
Además dirigió el diario Esquel en la Patagonia. “Empecé a defender a la peonada, que no cobraban un pito. Entonces vino la Gendarmería con un escrito que decía que tenía 24 horas para dejar la ciudad porque traía ‘inquietud en la población’. Una barbaridad”, siguió su relato.
Tras ese episodio, comenzó su desempeño en Clarín. Fue en este diario en el que escribió la que para él fue su mejor nota: “Una súplica en la noche”.
Se publicó el jueves 3 de junio de 1971, en la contratapa. Cuenta unabrutal agresión a unos chicos de entre 4 y 6 años por parte de un empleado del subte, en la estación Constitución.
“Me causó una enorme alegría porque trascendió. Al tema lo tomaron otros diarios. Fue un escándalo”, contó años después.
A partir de 1986 se volvió asiduo colaborador del diario Página/12 y del diario Madres de Plaza de Mayo (reunió esas crónicas en un volumen titulado Ventana a Plaza de Mayo), de quienes se mantuvo siempre cerca. Los anarquistas expropiadores, Severino de Giovanni, el idealista de la violencia; y Fútbol Argentino, rebeldía y esperanzason otras de sus obras más elogiadas y que en la Argentina publica editorial Planeta. Mientras que su compromiso con los pueblos originarios quedó plasmado en el guión y libro cinematográfico del documental Awka Liwen, que escribió en 2008, la historia de la pugna por la distribución de la riqueza en Argentina a partir del despojo de las tierras y el ganado cimarrón a los pueblos originarios y al gaucho.
Si existe alguna forma del paraíso, y le dieron a elegir, estará escribiendo frente a una ventana -la Plaza o la playa- y revolviendo unos hielos en su vaso bien cargado de whisky. Es cierto que la igualdad es escurridiza, pero la lucha tuvo sentido, por eso uno lo imagina sonriendo.