Los 90 días que se concedieron ambos países pueden resultar escasos para solucionar todos los frentes abiertos.
A menos de dos días de la reunión en Buenos Aires entre Xi Jinping y Donald Trump, China anunció que aplicará sanciones a 38 de sus empresas, involucradas en el robo de tecnología a los Estados Unidos. Esta y la recuperación inmediata de los mercados financieros fueron las principales noticias que acusa el mundo sobre las consecuencias del G-20 reunido en Buenos Aires.
Ambas noticias tienen el mismo origen: la tregua de 90 días acordada por Trump y Xi Jinping en una de las reuniones de la Cumbre. No hubo novedad; se preveía el único acontecimiento con consecuencias globales sería la reunión bilateral entre los mandatarios de las dos principales potencias del mundo, envueltos, desde hace seis meses, en una guerra comercial de connotaciones geoestratégicas.
Casi al mismo tiempo, otra noticia impactaba al globo y a los mercados: la detención en Canadá, de Meng Wanzhou, directora financiera e hija del fundador de Huawei, nave insignia de la tecnología china de comunicaciones, con lo que salió a la superficie la verdadera naturaleza del conflicto entre las dos potencias.
Tanto China como los Estados Unidos cuentan con líderes de ambiciones ilimitadas. Trump, es un intuitivo confiado en su olfato adiestrado por el éxito en los negocios, que alteró el sistema político de su país y del orden global.
Xi, por su parte, rompió con el orden posmaoísta de reformas y apertura construido por Deng Xiaoping y seguido por Jiang Zemin y Hu Jintao que pretendía crecer cuidando no alterar el orden mundial. Estos liderazgos y la naturaleza del conflicto exigen ser cautelosos sobre qué puede pasar al terminar la tregua.
Tensiones
El tiempo que transcurra hasta el próximo 1 de marzo de 2019 será de gran incertidumbre, con gestos de conciliación, por un lado, y vueltas atrás, por el otro, en que ambas partes fortalecerán sus posiciones esenciales, siguiendo aquel viejo principio de que si quieres la paz debes prepararte para la guerra.
Trump confía en la “diplomacia personal” al destacar que lo une a Xi una sólida relación y que sólo ellos dos -además de Vladimir Putín- pueden arreglar los problemas del mundo. Xi hizo saber que las exigencias no deben pasar las líneas de la seguridad nacional de cada nación.
Durante esta tregua, las negociaciones se conducirán bajo la amenaza de la aplicación de sanciones a empresas de ambos países y nuevas tarifas el mismo 1 de marzo. Si ambas potencias se mantienen irreductibles en sus posiciones será muy difícil que la disputa se resuelva en bien.
China expone la aplicación de sanciones a sus propias empresas como muestra de buena voluntad en las negociaciones, y su compromiso con los derechos de propiedad intelectual.
Esto es un cambio fundamental en la posición china que no aceptaba la denuncia de robo de propiedad intelectual, que significaba una pérdida para corporaciones estadounidenses de entre 300 y 600 mil millones de dólares anuales. Estados Unidos querrá constatar si empresas como Alibaba dejan de vender productos falsificados.
China expresa que Trump necesita batir el parche por necesidades electorales. Esta afirmación es ideológica y levanta el enunciado que, además de su nuevo lugar en el mundo, China promueve que su sistema de desarrollo es más consistente que el propuesto por la democracia liberal.
Estados Unidos también exhibe como gesto de buena voluntad que, tras haber llevado al borde de la muerte a la gigante china de telecomunicaciones ZTE, por negociar con Irán y Corea del Norte, le levantó las sanciones que la tuvieron en agonía y colapso financiero.
La disputa por el dominio de la nueva tecnología de comunicación inalámbrica 5G, que se lanzará en los próximos meses y del que se estima dependerán más de 1.200 millones de personas para el 2025, incluidas las empresas de comercialización virtual como Amazon y Alibaba, emerge como ejemplo de la lucha por la preponderancia en el campo de las telecomunicaciones y la inteligencia artíficial.
Hace pocos meses, Trump emitió una orden prohibiendo a todas las agencias gubernamentales cualquier transacción con empresas chinas de productos de vigilancia como ZTE, Huawei y Hikvision. Esta última desarrolla tecnología de reconocimiento facial y predicción de comportamiento, con ingenios móviles capaces de archivar hasta 300 mil caras.
Se puede prever que Donald Trump continuará su ofensiva contra China. Durante su administración, Estados Unidos se muestra como el único de los países importantes que incrementó su crecimiento. En este contencioso vital, tiene de su lado no solamente al establishment norteamericano, sino también a sectores importantes de Europa, Japón, Corea del Sur y Australia, países en que progresa la idea de que China avanza con contundencia, conforme sus propios designios y que de no haber una reacción, irremediablemente, el Gigante Asiático, a medida que se convierta en la principal potencia, impondrá su voluntad de manera irrestricta.
Interrogantes
La incógnita de estos díases saber hasta dónde avanzaran las sanciones de Washington y las respuestas de Beiging. No pareciera que la detención de la Señora Meng vaya a interrumpir la tregua acordada en Buenos Aires, pero 90 días quizá sólo alcancen para establecer un ámbito de confianza mutua y ciertas normas de conducta en las negociaciones. Esto ya sería bastante.
Mientras todo esto sucede, las alianzas afloran. Gran Bretaña, Australia, Japón y Corea del Sur ya han adoptado restricciones siguiendo a los Estados Unidos. El nuevo Nafta firmado en Buenos Aires asegura a Washington un ámbito de exclusión de China.
Las reuniones, también en Buenos Aires, entre Xi, Putin y Moodi, cuyas conclusiones aún no se conocen, desde el punto de vista estratégico, fueron potencialmente importantes.
La historia carga sobre las espaldas de Harry Truman haber entregado China al comunismo al terminar la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que, al menos desde entonces, los intentos de Washington de torcer la voluntad de Beijing fueron infructuosos.
Por ahora, desde China aseguran que los 90 días de la tregua son muy escasos para solucionar desacuerdos tan profundos y advierte a Washington que no se equivoque, pues la diferencia de poder, que existe, ya no es tan grande.
A una semana, el G-20 ya parece lejano.
China aumentó ayer las protestas por la detención de la directora financiera del gigante de las telecomunicaciones Huawei, quien fue arrestada en Vancouver por pedido de EEUU, y calificó de “inhumano” el trato recibido por la ejecutiva, un día después de amenazar con “graves consecuencias” para Canadá si la mujer no es liberada.
La detención de Wanzhou, de 46 años, ocurrida el 1 de diciembre, se produjo a pedido de EE.UU. y sacudió los mercados bursátiles