La hiperconectividad llegó para quedarse, y con ella la nomofobia o el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. Cada vez más personas buscan tratamiento psicológico por su dependencia de la tecnología
Los smartphones irrumpieron en la vida actual como una herramienta que permite estar conectado las 24 horas del día, acceder a mails e informaciones importantes sin necesidad de estar frente a una computadora y –también– ser un participante activo en las redes sociales mientras se prepara la cena en casa o durante una aburrida reunión de trabajo.
Hasta ahí las maravillas del asunto. Pero como no todo lo que reluce es oro, estar online 24 horas, los siete días de la semana, tiene su lado negativo.
Ocurre que la hiperconectividad, los teléfonos inteligentes y ahora los relojes inteligentes, modificaron la vida y las relaciones de múltiples sociedades alrededor del mundo, dejando casi sin opción a quienes no estaban convencidos del cambio. Y aunque trajeron enormes beneficios para la vida laboral y social, hoy se paga el precio de algunos hábitos un tanto nocivos que están arraigados a la conducta social.
La conducta de no poder separarse del móvil ya tiene nombre propio: nomofobia
La conducta de no poder separarse del móvil ya tiene nombre propio: nomofobia. Y esa es sólo una de las psicopatologías que surgieron debido al mal uso de los smartphones y las redes sociales. Especialistas las denominan así para diferenciarlas de los trastornos de salud mental que ya están establecidos y diagnosticados por organismos oficiales como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su irrupción no es extraña si se tiene en cuenta que según el estudio “Cuántas veces chequeas tu teléfono móvil por día”, elaborado por Oracle Marketing Cloud, cada persona consulta su móvil 150 veces al día.
Y aunque ni la OMS ni los ministerios de los diferentes países hayan reconocido hasta ahora la adicción a internet en los sistemas de clasificación de enfermedades mentales, cada vez hay más personas que buscan tratamiento psicológico porque tienen la percepción de perder el control ante su teléfono y se sienten “dependientes” del aparato.
“La ansiedad aumentó vertiginosamente. Hay más trastornos de pánico. La tecnología incrementa la ansiedad, las conductas de abstinencia, las conductas condicionadas y a estar atentos constantemente. Nuestro sistema psíquico no se relaja, está en alerta de manera permanente”, explicó a Infobae el psicólogo Walter Ghedin.
Además, el especialista resaltó que el uso de las nuevas tecnologías puede afectar el momento de estudiar: “Los niños son los más afectados por los dispositivos móviles ya que les perjudican la atención, la concentración y la memoria. Pierden el foco. No se logra un aprendizaje rotundo”.
– Experimenta FoMO (fear of missing out). Es el miedo a perderse algo de lo que está pasando en las redes sociales relacionado con las personas a las cuales se sigue. La persona tiene la necesidad, casi compulsiva, de entrar continuamente en páginas como Facebook o Instagram. Según el psicólogo de la Universidad de Essex Andrew Przybylski y su equipo, es más frecuente en adolescentes y jóvenes y, sobre todo, entre los hombres. Las personas con más necesidades sociales insatisfechas son las que más consultan las redes sociales, aseguran.
En este sentido, un estudio publicado en el Journal of Social and Clinical Psychologyconcluyó que, después de salir de la red social, el estado anímico de la persona es depresivo (que no quiere decir que cause depresión) y que cuanto más tiempo pasa conectada a Facebook, más se acentúa este estado.
¿Cómo se puede evitar? El subdirector académico de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, Manuel Armayones, recordó que son los usuarios de las redes sociales los que tienen su control, o al menos, mucho más de lo que se piensa. “Somos nosotros los que compartimos nuestra vida personal y por lo tanto dejando de hacerlo se acabaría el problema”, explicó. Ahora bien: como esta solución es casi inviable, el psicólogo recomienda evitar cometer errores a la hora de interpretar lo que se ve en las redes sociales.
La nomofobia se manifiesta en dos variantes: la fobia a no tener el móvil cerca y el miedo a que se acabe la batería
– Sufre nomofobia, la fobia a no tener el móvil a mano. “Hay gente que se lo lleva al baño, lo lleva en la ropa de estar por casa mientras hace la limpieza o lo tiene en la cocina por si alguien llama”, ejemplificó Armayones al diario ABC. La nomofobia se manifiesta en dos variantes: la fobia a no tener el móvil cerca y el miedo a que se acabe la batería antes de llegar a casa; en esta segunda también se incluiría no tener señal.
Una de las soluciones para evitarlo es, según el experto, exponerse a situaciones en que no se lleve el móvil encima, como por ejemplo ir a comprar, o llevarlo sin batería. “En esos momentos la persona se da cuenta de que no es imprescindible y que el mundo continúa girando pese a que no está conectada”, aclaró. Otra vía es apagar el móvil por la noche.