Se llama “Bresh” y sus creadores dicen que el código principal es el respeto por el otro. Casi nadie encara a nadie. Y el levante es sútil en extremo.
Como si fueran árboles de Navidad, sus caras brillan por el glitter. Las tres chicas entran al boliche pañuelo verde atado a sus muñecas mientras una de ellas, con el brazo estirado y el celular en modo selfie, registra el momento. Alcanzará con un touch para compartir el video en las redes y no habrá necesidad de revisar si lo que se grabó quedó enfocado: ellas saben que está bien. Las tres ingresan rápido y se pierden entre el humo y la multitud. Todos tienen entre 18 y 25 años. Es la fiesta Millennial de moda, se llama ‘Bresh’ y no hay derecho de admisión ¿El slogan? “Acá las pibas bailan tranquilas”.
Caramelos y chicles. Un tazón repleto de dulces detrás del ingreso es el primer contacto que se tiene con la fiesta. Los sabores mentolados son los que se agotan primero, claro sirven para disimular el aliento fuerte luego de una “previa” que incluyó vodka, fernet, Campari y el trago que este verano volvió con todo: el Cynar mezclado con jugo de pomelo.
Las puertas se abren a las doce, pero recién pasadas las 2.30 las tres mil chicas y chicos que compraron las entradas (algunos la tenían desde noviembre) empiezan a llenar el boliche La Caseta -ruta 11 kilómetro 14-. La Bresh es la fiesta millennial más popular de Buenos Aires, pero por el verano se mudó a Mar del Plata y la revolucionó.
Un joven con campera deportiva y jogging baila pegado a otro de musculosa fucsia y short de baño. Acá hay melenas teñidas de diversos colores, polleras a cuadros, medias altas, prendas rotas, remerones, sombreros, boinas francesas y también varios anteojos de sol, a pesar de que el Astro Rey hace rato ya dejó de verse. Hay también un récord difícil de chequear: para donde se mire alguien sube una historia al Instagram.
Cada grupo de jóvenes parece estar en su universo. Arman sus propias rondas y ahí bailan, con los abrigos apoyados en el piso hecho bollos. No hay encare ni levante directo, sino que se juega más con la mirada. Ojos que se conectan y una sonrisa cómplice puede ser el principio del “match”.
Concebida por un un grupo de ocho amigos de la secundaria, la Breshfue pensada como alternativa al boliche tradicional. La música está cargada de hits de los 80’s. Por eso no es extraño que luego de una canción de Maluma suene Luis Miguel y el baile se mantenga. “La ley principal es el respeto al otro”, dice Nicolás Fernández (24) uno de los organizadores y sigue: “Nos cansamos de que cuando éramos más chicos los patovicas no nos dejaran pasar por cómo estábamos vestidos. Por eso acá no hay derecho de admisión por la ropa, ni por gusto sexual ni por nada. Todos son bienvenidos”.
Angie Senra (21), Yohana Nasser (21) y Franco González (23) llegaron juntos y hablan de la fiesta: “Es original, diferente a las demás porque podés estar como sea. Podés ser vos mismo. Creo que es popular porque va en la onda con lo que se discute hoy en día, el feminismo, la lucha contra el patriarcado, la legalización del aborto”, dicen a coro.
Angie, Franco y Yohana dicen que la fiesta va en relación con lo que se discute hoy en la sociedad: feminismo y lucha contra el patriarcado
Pañuelo verde atado a su cartera, Jorja Caruso vive en La Plata pero está de vacaciones en la Costa. Acaba de llegar y lo primero que hizo fue encarar directo hacia el stand de glitter, donde dos chicas con pinceles se encargan de ponerle brillo a los rostros y cuerpos de quien lo desee. Es el ‘must’ de la fiesta, la glittermanía es la tendencia en las noches de verano. Multicolores o plateados como si fueran pequeños diamantes adheridos en los párpados, pómulos, la sien, la frente, el pecho o los hombros, se ven por todos lados. “Es la moda, lo que se usa”, cuenta Tefi, una de las socias de Coop.ba, que vende este polvo mágico.
Son las cinco de la mañana y desde el horizonte se empieza a ver una luz que emerge. Se acerca el amanecer y en el boliche se reparten gratis helados de frutilla. Suena fuerte “Leña para el carbón” -el tema que más escuchado en los parlantes playeros de este verano- y dos chicos se besan con el mar de fondo como testigo. No hay nadie que capture el momento con el celular.
Fuente: Clarín