En horario de servicio y con el arma reglamentaria le pegó un tiro.
A pocas horas de haber comenzado el nuevo año, un oficial de policía que al parecer estaba borracho, le pegó un tiro a su esposa y se suicidó. Ocurrió en el Barrio Borges, en la capital de Santiago del Estero.
Héctor Montenegro trabajaba en la Comisaría Novena. Poco después de medianoche se presentó en su trabajo, pero temprano por la mañana, antes de terminar su jornada, volvió a su casa y con su arma reglamentaria le disparó a su pareja, Celeste Castillo.
Según algunos vecinos, tuvieron una discusión a los gritos que terminó con los disparos, el primero acabó con la vida de la mujer, que murió en el acto. El segundo tiro se lo pegó el mismo en la cabeza. El policía fue trasladado al hospital Regional, donde agonizó durante dos horas hasta que también murió.
Mónica Barrionuevo, amiga de Celeste Castillo, dio más detalles de lo ocurrido este martes por la mañana ante un canal de televisión local: “El estaba prestando servicio y salió antes. Nos dijeron que entró a trabajar anoche a las doce y tendría que haber salido a las 7 de la mañana. Se vino borracho a la casa y habrían tenido una discusión”.
“¿Cómo un personal policial que porta un arma anda borracho y sale antes de su horario de trabajo, o sea van a trabajar y cualquiera sale a cualquier hora?”, se preguntó enojada la amiga de Celeste. Contó que su amiga y el policía estaban de novios hacía un año y que hace poco se habían casado en secreto.
Uno cada 32 horas
Según las últimas estadísticas de la Casa del Encuentro, en los primeros diez meses del año hubo 225 femicidios, uno cada 32 horas. La mayoría fueron cometidos por las parejas o ex parejas de estas mujeres, que fueron asesinadas en sus propias casas y que tenían hijos: 250 niños y niñas se quedaron sin madre. Muy pocas, sólo 16, habían hecho denuncias ante la Justicia, aunque es sus historias había largas marcas de violencia.
El promedio es de un femicidio cada 32 horas, cuando hasta ahora era de 30. Pero los asesinatos no sólo no paran sino que la violencia parece recrudecer: casi todas fueron apuñaladas, golpeadas, estranguladas, incineradas, asfixiadas, degolladas, ahorcadas, descuartizadas, atacadas con hachas y machetes. El 10 por ciento, además, fue abusada sexualmente antes de ser asesinada. Y más: 35 eran bebas, niñas y adolescentes, es decir, cada semana hubo un femicidio de una chica que no llegó a los 18 años.