La OMS ubicó a las personas que se niegan a vacunarse o vacunar a sus hijos como uno de los máximos desafíos, junto a la lucha contra enfermedades como el ébola o el sida.
Los “antivacunas” son, junto a la obesidad, la contaminación, el ébola, el dengue y el Sida, las más grandes amenazas a las que la Humanidad se enfrentará en 2019, según estima la Organización Mundial para la Salud (OMS). La organización afirma que su objetivo es conseguir que 1.000 millones de personas en países de bajos recursos tengan acceso a la medicina, que sean protegidos en emergencias sanitarias y que “disfruten de mejor salud y bienestar”. Para lograr su objetivo, la OMS dice que necesita cumplir en 2019 con 10 desafíos, entre los cuales destaca hacer frente a la resistencia de miles de personas a vacunarse o vacunar a sus hijos. Este movimiento es relacionado directamente con el aumento global del 30% de casos de sarampión y el resurgimiento de esta y otras enfermedades en áreas donde estaban prácticamente erradicadas. La OMS calcula que las vacunas salvan entre 2 y 3 millones de vidas al año, y que si se universalizaran lo harían con otro millón y medio. Entre las causas para su rechazo la organización señala la complacencia que hace que nos olvidemos del peligro que combaten, las dificultades de acceso y la falta de confianza en ellas. Como ejemplo de su eficacia, la OMS espera que este año la polio deje de circular en Pakistán y Afganistán (el año pasado hubo 30 casos), y prepara un plan contra el cáncer de cérvix basado en la vacuna del papiloma. Las razones por las cuales las personas eligen no vacunarse son “complejas”, según la OMS, para la que la complacencia, los problemas en el acceso a las vacunas y la falta de confianza son razones clave que subyacen en la decisión de no vacunar, lo que conlleva el descenso en las tasas de vacunación. Por ello, la organización apuesta por los trabajadores de la salud, que siguen siendo el asesor más confiable e influyente en las decisiones de vacunación, como el agente clave para generar confianza en los pacientes. Para ello, deben recibir apoyo para proporcionar información fiable y que genere confianza sobre las vacunas, dice la OMS. “En general, el movimiento antivacunas es un problema en países ricos, no en los pobres”, explicó Seth Berkley, director ejecutivo de la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización. “La razón es que en los primeros se asume que, cuando nace un niño, sobrevivirá y estará bien. Y no se piensa en que ciertas enfermedades son malas porque ya no las ven gracias al éxito de las vacunas”. “En los últimos años se han vuelto a registrar casos de sarampión porque algunos padres no están inmunizando a sus hijos. Es terrible”, agregó Berlkey. “No solo es malo para los niños que caen enfermos, sino también para otros que no han tenido acceso a vacunas o que, aunque las hayan recibido, tienen su sistema inmunológico debilitado y dependen de la protección de los demás. En un brote pueden enfermar y morir”. (Fuente www.perfil.com)