Priball estaba instalada en Bell Ville, Córdoba, declarada hace dos años “Capital Nacional de la Pelota de Fútbol”. Pero el panorama es muy oscuro y su dueño liquida el stock acumulado debajo del costo para poder irse.
“Ya perdí la fe en la Patria misma”, lamenta Mariano Privitera tras comenzar el cierre de Priball, la Pyme que abrió hace 13 años en Bell Ville, Córdoba. Dice que no piensa volver a votar a Mauricio Macri, cuando en 2015 arrasó en esa provincia con el 71,51% en el balotaje. Dos años después, la ciudad fue declarada por el Senado “Capital Nacional de la Pelota de Fútbol” pero denuncia: “Ni existimos para el oficialismo”.
Si bien cuenta que tenía una producción baja, de entre 500 y 1.500 pelotas por mes, tiene un stock de 15 mil sin vender que ubica por debajo del costo de producción para poder cerrar definitivamente. El panorama es turbio en su ciudad, afirma a minutouno.com, porque “más de 3 mil personas viven de esto”.
Mariano no tiene un gran peso por el tema de los empleados porque son dos personas en Priball, pero trabajan con trabajadores tercerizados que cosen las pelotas. En su momento llegó a tener unos 50 pero en el último tiempo trabajaba con alrededor de 25: “Antes se podía pagar la costura con lo que podía comer una familia, ahora subieron los costos y no da”.
“Son los que se llevan la peor parte”, indica y revela que “hay como 2 mil ‘cosedores’ en la zona”. Luego cuenta: “Esta semana nos dimos cuenta de que no teníamos más liquidez para pagarles y cortamos con la producción”. Sin embargo cuenta que como trabajan con otras empresas no representó un golpe tan duro para ellos. Tampoco les quiso bajar el monto a pagar y exportar es imposible por la diferencia de costos con China y Pakistán.
“Ojalá hubiéramos podido cerrar”, reconoce pero debe saldar el stock acumulado así como la empresa misma, “si alguien la quisiera”. Sin embargo no es muy optimista respecto a esto último, él se reconoce estresado y dice que “las empresas que tienen más de 5 empleados están en el horno”. Habla de varias que ya quebraron, en un escenario que no repunta.
“Hace un año y medio que veníamos luchándola, está todo paralizado”, grafica. Como no tiene hijos, es un peso menos, pero no sabe a qué se va a dedicar desde ahora: “No sé si me quedaré en el país o si me iré a vivir a otro lado”.
El último tiempo también le generó algunos números en rojo en concepto de deuda y créditos, pero dice que no es nada que no pueda levantar. “Corto para no seguir endeudándome”, reconoce.
Cuando le preguntan por las elecciones de este año, es tajante: “La verdad que no tengo ninguna perspectiva política, ya perdí la fe en la patria misma”. Luego agrega: “A Macri no lo voy a votar de nuevo, me decepcionó, ni nos escuchó, ni existimos para el oficialismo”.