Muchas personas llevan consigo una pesada mochila de insatisfacción sexual; por eso, es recomendable acudir a un profesional para tratar el tema.
En pos de alcanzar la meta de ser padres, muchas parejas o individuos comienzan a tener conflictos con su sexualidad, ya que parte del problema se inicia con el concepto erróneo de considerar que tener actividad sexual y tener relaciones sexuales es la misma cosa, aunque no lo es.
La primera puede representar manos entrelazadas, intercambio de miradas, un abrazo, o conversaciones amorosas sin contacto físico que promuevan sensaciones de apego o eróticas, aun sin llegar al coito. En tanto, las segundas son aquellas que involucran a los órganos genitales y la penetración.
Para aclarar este tema, la ginecóloga Beatriz Literat (M.N. 50.294) se refirió a que “muchas personas creen erróneamente que las primeras no constituyen “tener sexo de verdad”, privándose del beneficio emocional y físico de estas actividades que implican poner en circulación hormonas de la glándula hipófisis, la tiroides, las suprarrenales, los ovarios y los testículos, con beneficios inmunológicos y contribuyendo a mejorar la capacidad fértil de la mujer y del varón”.
Emoción, elemento clave
La miembro del Instituto Médico Halitus agregó que “en el psiquismo de las personas existen mensajes inconscientes respecto de la sexualidad, que se instalaron por haber sufrido experiencias desagradables, traumáticas o confusas, que conforman verdaderos tabúes sexuales y que pueden llegar a controlar los comportamientos. Las personas no logran explicarse lo que les sucede emocionalmente y no se atreven a decirlo y, como sabemos, casi siempre lo que no se habla, se manifiesta en forma psicosomática. Una de las manifestaciones frecuentes es el vaginismo, la contracción “involuntaria” de los músculos perivaginales que impide la penetración y también la realización de exámenes ginecológicos, ecografías transvaginales, etc. En frecuentes casos las parejas mantienen actividad sexual durante años sin perfeccionar el coito y como consecuencia el embarazo no se produce. Este trastorno, como la mayoría de las alteraciones en la sexualidad, se soluciona en pocas consultas”.
La mente juega un papel fundamental no sólo a la hora de “buscar un hijo”, sino de mantener intimidad en la pareja, y un desequilibrio en este sentido genera angustia, ansiedad, desvalorización y enojo que se vuelca hacia uno mismo y hacia el otro, provocando discusiones, desgaste y alejamiento. En este escenario, una sexualidad inteligente y atinada se convierte en aliada del proyecto parental, ayudando no solo a los futuros padres sino también al equipo médico de fertilidad, ya que aunque se realicen procedimientos de diversos tipos para lograr el embarazo, la natural respuesta sexual humana desencadena procesos químicos en todo el sistema que favorecen al varón y a la mujer en su capacidad de fecundar y concebir, colaborando con los procedimientos.
Además la actividad sexual genera la producción de endorfinas que contribuyen a reestablecer un equilibrio emocional y homeostático que se articula directamente con los procesos procreativos naturales, como la producción de espermatozoides, el proceso ovulatorio y el mecanismo de implantación del embrión en el útero.
“Muchas parejas o individuos llevan consigo mochilas sexuales insatisfactorias y aun antes del inicio de la búsqueda del hijo estaban lejos de sentirse plenos y satisfechos; sobrellevaban estos hechos como podían, amparados en el bienestar que disfrutaban en otros aspectos del vínculo y en la comprensión del otro. Sin embargo, cuando se inicia el trayecto hacia la parentalidad tan ansiada, ciertos equilibrios y negociaciones del vínculo se desestabilizan y es cuando una sexualidad bien entendida y practicada puede ser el chaleco salvavidas que mantenga a flote a estas personas, que pueden llegar a sentir que el peso del conflicto los arrastra hacia el fondo”, describió la profesional.
Consulta a un profesional
En la consulta sexológica se desaprenden falsas creencias y se incorporan recursos con variables para disfrutar de la intimidad, que se convierte en una experiencia psicofísica y espiritual; se toma conciencia de que el motor de todo erotismo está en el cerebro y se adquieren estrategias para celebrar una sexualidad creativa, amorosa y armoniosa. Se aprenden modernas técnicas de comunicación, indispensables para poder dialogar acerca de un tema que a muchos les resulta difícil. Además se corrigen las disfunciones sexuales que cualquiera de los miembros de la pareja pueda padecer, recuperándose y a veces logrando una sincronía que nunca se tuvo o se perdió en algún momento.
Una de las dificultades que presentan las personas en el logro de prevenir o dar solución a sus problemas sexuales, es que les da vergüenza y a veces sienten desconfianza en concurrir a la consulta sexológica. El 100% de los pacientes que concurren terminan la primera consulta diciendo: “¿Por que no vine antes? ¿Por qué perdí tanto tiempo?”, ya que se dan cuenta de que el miedo o la vergüenza en el ámbito de una consulta respetuosa y amigable se desvanece, obteniendo desde la primera consulta herramientas prácticas que se utilizan de inmediato.