El helado es uno de los postres más deliciosos que existen, pero abusar de los helados tradicionales, que tienen gran cantidad de grasas y azúcares, ni hablar de los industrializados que tienen de todo menos de la fruta que ostentan tener, no es muy aconsejable
Hacer los helados en forma casera con ingredientes naturales, frescos y sin grasas animales, es una alternativa saludable donde no sólo nos estamos dando un gusto sino incorporando nutrientes genuinos a nuestro cuerpo.
La cocina vegana, que se caracteriza por su creatividad, ha creado helados sin derivados de origen animal que no tienen mucho que envidiarles a los helados de la heladería. Con algunas técnicas básicas, se pueden lograr sabores increíbles y muy cremosos. Normalmente, la textura cremosa de los helados se logra con las grasas (generalmente hidrogenadas), con los azúcares (refinados) y algunos llevan gluten para tener más elasticidad. En los helados naturales, la grasa es la que aporta la leche vegetal, que puede ser de almendras, coco, avena, castañas de cajú, etc.
El mayor problema que se presenta al hacer helados caseros sin la ayuda de ninguna máquina especial, es lograr que nos queden cremosos. Si procesamos una fruta cualquiera y la colocamos directamente en moldes, nos va a quedar con cristales, producto del contenido de agua que presentan. Pero si cambiamos el procedimiento, si pelamos y cortamos la fruta en pequeños trozos y los congelamos, luego los procesamos, y recién entonces la colocamos en moldes, el helado resultará mucho más cremoso. Si no los vamos a moldear, se los coloca en un recipiente grande apto para el freezer y se lo va revolviendo cada 30 minutos, repitiendo la operación 2 o 3 veces, para evitar que se cristalice. ¡Parece increíble, pero quedan súper cremosos!
Podemos aprovechar la fruta tan dulce y variada que hay en el verano para hacer helados artesanales que los chicos nos agradecerán con una sonrisa. “Hoy lo natural se reemplaza por la comida rápida del supermercado que es a base de soja y de maíz, y los chicos presentan cada vez más problemas de celiaquía, de diabetes, porque si no preparás el alimento en casa con cosas genuinas y verdaderas, el cuerpo lo siente. Antes, el pan se hacía con masa madre, los huevos eran de gallinas felices, la vaca comía pasto y estaba en el campo. En los últimos 100 años hubo un cambio tan rápido que nuestro cuerpo no lo entiende. Comés un helado de frutilla que de frutilla sólo tiene el sabor y un aromatizante natural”, explica Marcela Redondo, autora de las recetas de esta nota.
La cocinera y docente creó estas recetas especialmente para compartir en familia. “Son opciones para darte un gusto de algo dulce y rico, sobre todo para los chicos que son los más afectados por la mala alimentación. Los órganos de los chicos se están formando, están creciendo, entonces el azúcar y el colorante de los helados artificiales les afecta más que a nosotros. Con estos helados se pueden dar un gusto y más también, porque están incorporando un montón de nutrientes que les vienen bárbaro”.
Esos nutrientes son varios: “El cacao (dulce sin leche con granizado de chocolate) es un superalimento que aporta magnesio y antioxidantes. Hay que utilizar un cacao en polvo que no tenga azúcares ni leche, que sea un cacao puro para que sea un verdadero alimento. Las frutas aportan fibras, enzimas, vitaminas y también antioxidantes. Después, está la leche de almendras, que tiene mucha vitamina E y calcio. Y la sandía (sorbete refrescante de sandía y menta) tiene mucho licopeno (sustancia que le da el color rojo a las frutas) que nos viene muy bien en el verano para protegernos del sol”, señala la creadora de “Me importa el comino”.
Para los helados frutales, el consejo es aprovechar la fruta que nos va quedando, la que se nos puso demasiado madura como para comerla, y también la que está en temporada porque es más económica: “Sugiero guardarle en trocitos en el freezer para tenerla lista ahí. Lo único que hay que hacer es sacarla, esperar unos minutos para poder procesarla, y ahí hay dos opciones: comerla en el momento recién procesada o ponerla en moldecitos. También está bueno hacer participar a los chicos para que después sientan que están comiendo sus propias creaciones y para que puedan agregarle trocitos de fruta, decorarlos, etc. Cuando la fruta está bien madura, no se necesita agregarle más dulzor. Pero si nos gustan más dulces, se puede incorporar stevia líquida, miel de caña, azúcar integral o alguna fruta deshidratada, que es bien dulce”, finaliza.
SORBETE DE SANDIA
Ingredientes:
3 rodajas de sandía.
1 rodajita de jengibre fresco.
10 o 12 hojitas de menta fresca.
Preparación:
Cortar trozos pequeños de sandía y retirar las semillas. Congelar la mitad y reservar la otra mitad en la heladera junto con las hojas de menta picadas. Una vez que la sandía se congeló, retirar del freezer. Colocar en el vaso de la licuadora, primero la sandía fresca y luego la congelada. Licuar hasta que se trituren los trozos congelados. Servir el granizado en vasitos y decorar con más hojitas de menta fresca.
Con anticipación: guardar trozos de fruta madura en el freezer nos permite disfrutar de un granizado en cualquier momento; por ejemplo, de melón, mango, arándanos, duraznos. ¡Aprovechá la fruta de estación!
DULCE “SIN LECHE”
Ingredientes:
1 y 1/2 de leche de almendras,
1 taza de dátiles,
1/4 taza de aceite de coco.
Preparación:
Lavar los dátiles y retirarles el carozo. Dejarlos en remojo en la leche vegetal. Mientras se hidratan, preparar el chocolate para el granizado. Para preparar el helado, licuar los dátiles con la leche vegetal hasta lograr una pasta cremosa y lisa, sin grumos. Agregar el aceite de coco en estado líquido y licuar nuevamente. Verter la crema en un molde y llevar al freezer. Cada 30 minutos, retirar el molde del freezer y con una espátula remover la preparación para evitar la formación de cristales. Repetirlo dos o tres veces. En uno de los últimos batidos, agregar trocitos de chocolate picado. Si no es chocolate casero, se puede reemplazar por nueces picadas, almendras, pasas de uva o arándanos deshidratados… Se puede preparar la leche de almendras con 1/2 taza de almendras y 500 ml de agua. Dejar las almendras en remojo durante 24 horas, luego descartar el agua y licuar con agua filtrada. Colar la preparación con una bolsa de tela o colador de malla fina.