Las amenazas de bomba fueron moneda corriente a lo largo del 2018. Así lo reflejan los 208 casos registrados por la Brigada de Explosivos de la URI. De estos el 99% estuvieron vinculados con establecimientos educativos. Ninguno arrojó resultados positivos.
A la lista de escenarios se pueden agregar paseos comerciales, entidades gubernamentales y casas de estudios universitarias, los cuales no logran tanta trascendencia. Por otro lado, desde la Brigada de Explosivos aseguran que fuera de las amenazas también se dieron casos sospechosos en los que se encontraron paquetes abandonados en semáforos así como también un maletín.
De los llamados recepcionados todos arrojaron resultados negativos al momento de detectar un artefacto explosivo. En el caso del Registro Civil, en donde se interceptó y detonó un dispositivo, este no contenía material explosivo.