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jueves, noviembre 14, 2024

El momento del parto: “Yo elegí cómo parir”

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El embarazo es un momento especial, distinto y único, pero también de mucho temor y dudas (principalmente, en las primerizas). Cómo será el parto, si sufriremos dolor, si el bebé nacerá sano y hasta si saldremos vivas de la experiencia son algunas de las preguntas que surgen a lo largo de los meses.

La ansiedad crece al ritmo de las semanas y a medida que se acerca la fecha probable de parto, ya no nos soportamos ni a nosotras mismas y pese al miedo… ¡queremos que nazca ya!
Así como entró, ese bebé que gestamos en nuestro vientre con tanto amor tiene que salir. Y qué mejor que, mientras no haya contraindicaciones reales, elijamos nosotras mismas el tipo de parto que queremos, en un lugar que nos sintamos cómodas y contenidas, junto a las personas que tengamos ganas que nos rodeen, escuchando música o en silencio, y hasta con lindo aroma en el ambiente.
Poder evaluar con tiempo las opciones que se tienen en el momento del parto y elegir la forma más indicada de traer a nuestro hijo al mundo nos dará una sensación de tranquilidad más que necesaria.

Vale recordar que esta es una decisión que cada madre debe tomar y debe ser respetada por ley: por un lado, la 25929, del Parto Respetado, y por otro la que contempla la erradicación de la violencia contra la mujer (Ley 26485) que, en su inciso “E” detalla a la violencia obstétrica como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales”.

En criollo, esto significa que la mujer tiene derecho a rechazar procedimientos como el rasurado de genitales, los enemas, la indicación de permanecer acostada todo el tiempo, la rotura artificial de la bolsa, la administración de fármacos para acelerar el parto, los tactos vaginales reiterados y por diferentes personas, la compresión del abdomen mientras puja, la episiotomía, el raspaje uterino sin anestesia y también la cesárea, siempre y cuando no esté fundamentada en razones estrictamente médicas y demostrables.

En cambio, la mujer tiene derecho a parir acompañada, a elegir la postura en que quiere hacerlo (parada, sentada, o en cuchillas), a que no corten el cordón umbilical del bebé hasta tanto no haya dejado de latir y a que no la separen del recién nacido para poder ponerlo en el pecho e iniciar la lactancia de inmediato.

mas mariana parto SF (1)Las alternativas

Cuanta más información manejemos, mejor podremos elegir qué tipo de parto queremos según nuestro estilo de vida, intereses y deseos. No importa la opinión de familiares o amigos en estos casos (parece que todos, de un minuto a otro, son consejeros, obstetras y pediatras, ¿te suena?) sino más bien que lo pueda consensuar la pareja y los dos tiren en la misma dirección. Eso sí, el método que elijas no te hace más o menos madre, simplemente es el más válido para vos (que no significa que lo tiene que ser para todas).

Parto natural

Se trata del parto vaginal, por el cual el bebé nace después de un proceso de contracciones y dilataciones que llevan a la madre a la expulsión del pequeño.

El sueño de Carolina, una oficinista de 32 años, era parir a su hija de esta forma y así fue su experiencia: “Me negaba a una cesárea y me preparé para poder evitarlo. A nivel médico todo indicaba que podría hacerlo, por lo que pedí que me invadan lo menos posible, no quería tacto ni goteo y por suerte así fue: no había razones médicas para apurar el nacimiento y me planté bien firme. También insistí en querer pujar de pie, ya lo habíamos conversado con mi partera y ella se encargó de que se cumpla todo lo pactado. Hasta dejaron que mi pareja y mi mamá estuvieran en la habitación y así llegó Valentina, rodeada de amor”.

Si durante el embarazo no existe ninguna complicación y la salud de la gestante es óptima, todas las mujeres pueden aspirar a un parto vaginal, incluso aquellas que hayan tenido una cesárea previa.

Romina, una estudiante de derecho de 30 años, tuvo a su primer hijo por cesárea y se propuso no volver a pasar por esa experiencia. Entonces, para su segundo embarazo cambió de obstetra y se enteró del PVDC (parto vaginal después de una cesárea) y de que el 90 por ciento de mujeres está en condiciones de lograrlo.

Entonces fue a por ello y la experiencia fue positiva: “Con una doctora que me ayudó a confiar en mí misma, con la información necesaria y perteneciendo a una tribu de mujeres que me despejó todas las dudas, pude lograrlo y fue maravilloso”.

mas mariana parto SF (2)Cesárea

Es una operación quirúrgica que sirve para extraer al feto y la placenta abriendo el abdomen y el útero. Al principio la cesárea era una intervención que solo se practicaba cuando la madre moría y el feto seguía vivo en su interior. Más tarde se comenzó a realizar en aquellos casos en los que el parto a través de la vagina era completamente imposible. Hoy en día es la operación quirúrgica obstétrica más frecuente y sobre todo polémica porque muchas mujeres denuncian que les han practicado una cesárea sin haber tenido motivos urgentes para hacerlo.

Hay también quienes la eligen. Claudia, una profesora de inglés, lo consensuó con su obstetra y juntos acordaron que era la mejor opción. “Tuve dos partos. El primero fue una cesárea no programada porque había problemas con el cordón y, además, no dilataba lo suficiente. En el segundo embarazo, el médico sugirió la intervención ya que hubo muy poco tiempo entre ambos embarazos (1 año y 8 meses). Aparte, había aumentado muchísimo de peso (26 kilos) y eso siempre es un factor de riesgo. En esta segunda oportunidad, estuve de acuerdo porque tenía una hija chica, no quería arriesgar y me ayudaba a organizarme para dejarla al cuidado de alguien”, explica y asegura que nunca se arrepintió de su elección ni se sintió menos madre, “aunque la gente me lo ha cuestionado: por qué no esperé, por qué no intenté un parto natural, entre otros comentarios de ese tipo”.

Andrea, una maestra domiciliaria y madre de 3 hijos, también pudo elegir. “Tuve dos partos naturales, el tercero fue cesárea porque decidí ligarme las trompas al mismo tiempo. Acordamos con mi doctora, que es la misma hace 20 años, desde el lugar dónde me iba a internar hasta los aranceles y el anestesista. No resultó cómo esperaba, sufrí durante la anestesia y luego de tener a mí bebé me costó mucho recuperarme. Todo el mundo me hablaba maravillas de las cesáreas, que no sentías dolor y era rápido el proceso de recuperación, pero lo sufrí bastante. No me arrepiento, pero no lo volvería a hacer. Nunca me sentí menos madre; pasé por las dos experiencias y tanto con los partos como con la cesárea fue igual de grande la satisfacción”, asegura.

Parto domiciliario

Si la polémica era grande, acá se ensancha aún más. Las aguas están divididas, pero mucho de esto sucede por desconocimiento y se cree, falsamente, que las mujeres eligen esta opción por una moda o por ser cool.
Florencia y su marido eligieron el parto planificado en domicilio, con parteras profesionales de la Asociación Argentina de Parteras Independientes.

Ella recuerda cómo cayó la noticia en su familia: “Hubo acuerdo en la pareja, desacuerdo en la familia así que durante el embarazo casi que no hablé con nadie porque todo eran miedos. Pero había leído mucho sobre todo de lo que se vive en una clínica y no quería pasar por eso. Para los controles de rutina fui a un ginecólogo que no estaba a favor del parto domiciliario, pero que aceptó ser el plan B en caso de complicaciones, que es la alternativa que se tiene programada si algo pasa mal en el domicilio. Fue oficial de órdenes nada más, no lo dejé ni que me pesara”.
La experiencia para ella fue súper positiva: “No me tocaron sin permiso, parí de pie con la fuerza de gravedad a mi favor, sin desgarro, sin episiotomía, sin nada, como mi cuerpo supo hacer. Como experiencia, me llamó la atención lo doloroso que es estar acostada en el momento de las contracciones, aplaudo a las mujeres que lo hacen porque es difícil de sostener. Lo súper recomiendo, si fuera sólo eso tener un hijo, tendría 40 más pero sabemos que lo difícil viene después”.
Para Marysol, de profesión periodista, el momento tuvo su lado romántico: “Había escuchado muchas veces a mi abuela contar su relato de parto, que había caminado, que se había dejado la pollera larga puesta para atajar al bebé. Y siempre quise eso. Por mi trabajo me tocó escribir una nota sobre parto domiciliario, estaba recién casada y entrevistando gente hice un casting de obstetras para cuando llegara mi embarazo. No fue ni de progre ni de loca, era mi pánico de ir a un hospital y motivos me sobraban”.
“Con mi primera hija tuve 22 horas de trabajo de parto y con la segunda, 16. Lo hice todo en mi casa, sin anestesia ni intervenciones. Una de ellas tenía una vuelta de cordón, el obstetra me dijo que no puje, le sacó la vuelta, y volví a pujar. En una clínica, eso terminaba en cesárea. Duele, pero es un dolor que se soporta. Otra ventaja es que las puse en la teta a los tres minutos y ya estás en tu casa, en tu cama, nadie viene a pincharte ni a vos ni al bebé, ni te lo sacan apenas sale de adentro tuyo. Como no tuve ni un punto ni nada, podía levantarme y caminar, tenía un shock de adrenalina que no lo volví a vivir”, relata y recomienda la experiencia a todas: “La partera puso un hornito con hojitas de menta, sentís cómo se mueve todo tu cuerpo, cómo se despega el bebé de las costillas, es una explosión de energía en la casa, queda un aroma diferente. Cada mujer tiene que parir donde se sienta cómoda y segura”.
Francisco Saraceno es Licenciado en Obstetricia, partero independiente y docente en la facultad de Medicina de la UBA. Para él, la elección de la mujer no se puede negociar y la información tiene que ser la clave para estos momentos cruciales de la vida.

“El riesgo es una construcción, es relativo y puede estar en cualquier lugar. La Organización Mundial de la Salud avala el parto planificado en domicilio, acompañado por profesionales, en mujeres y bebés sanos. En otros países, es la primera opción de la mujer. Los riesgos se los tiene en cuenta, pero no son el eje de la atención, donde en un parto hospitalario el eje es el miedo y todo es desde ahí, el por las dudas que pase algo. No se exige a la madre ni al bebé, se respetan sus tiempos naturales para poder abrirse, parir y nacer”, explica.

Para un parto vaginal, ya sea o no en domicilio, lo fundamental es el entorno. “Tanto la institución o el hogar tienen que ser un lugar tranquilo, ameno, y debe brindar confianza a esa mujer durante todo el embarazo. El equipo que la acompañe tiene que transmitirle que ella va a poder y debe ser acompañada sin injerencias”, aclara.

Violeta Osorio, integrante de la agrupación Las Casildas y activista de Fortaleza 85, explica que es importante que “quien elija una cesárea, lo haga porque está convencida y no porque ejercieron terrorismo psicológico para que tome decisiones que les son convenientes a los médicos. Si es su decisión libre e informada, y se garantiza lo que ella quiere, también es un parto respetado”. Y en cuanto a los temores a lo que pueda llegar a pasar afuera de una institución, asegura que “la evidencia médica y científica marca que no hay diferencias en la mortalidad materno infantil en un parto en casa; esto quiere decir que en mujeres con similares condiciones obstétricas y con asistencia profesional idónea, no se reportan diferencias significativas en cuanto a muertes y complicaciones”.
Que nadie empañe este momento transformador y de profunda emoción. Convertite en la protagonista de tu propio parto y transitalo con amor, que los dolores pasan y ese recuerdo te acompañará siempre.

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