El expresidente brasileño Luiz Inácio ‘Lula‘ da Silva, autorizado por primera vez a abandonar la celda en la que está preso desde abril de 2018, participó en el sepelio de su nieto de 7 años, que murió por una meningitis, tras lo cual regresaba luego a la prisión.
Lula, quien purga en la ciudad de Curitiba dos condenas por corrupción y lavado de dinero, llegó al cementerio donde se realizó la ceremonia fúnebre poco antes del mediodía local y casi dos horas después se despidió de sus familiares para abordar el coche policial en el que inició el viaje de regreso.
El ex jefe de Estado, que recibió el apoyo de decenas de seguidores que lo esperaban en la puerta del cementerio, participó en el velorio, en donde conversó con familiares y aliados políticos y después acompañó a algunos parientes a una ceremonia más íntima en la sala de cremación.
Tanto al llegar al cementerio como al abandonarlo, el ex líder sindical saludó desde lejos con sus brazos a los cerca de 300 simpatizantes que lo acompañaron y que, además de mensajes de apoyo, gritaron consignas como ‘Lula libre‘, que se ha hecho famosa desde que el presidente fue encarcelado, o ‘Lula, guerrero del pueblo brasileño‘.
Sin poder acercarse al histórico líder izquierdista y evitando protagonizar un acto político más explícito por recomendación del Partido de los Trabajadores (PT), los manifestantes aplaudieron, gritaron consignas políticas y pronunciaron una oración de forma simultánea con las personas que estaban dentro del cementerio.
Lula abandonó el cementerio Jardín de la Colina, en Sao Bernardo do Campo, uno de los municipios de la región metropolitana de Sao Paulo, escoltado por agentes de la Policía Federal y en medio de un intenso dispositivo de seguridad.
El ex presidente (2003-2011) debe regresar a su celda en Curitiba, que abandonó a primera hora de la mañana para un viaje de cerca de tres horas que incluyó un vuelo en avión hasta Sao Paulo y dos en helicóptero.