El movimiento feminista viene creciendo en el país y también en Esperanza.
Sus ideales, marchas y actividades provocan posiciones encontradas dentro de la sociedad, los puntos de mayor conflicto son las leyes de despenalización del aborto y de educación sexual en las escuelas, temas que generan numerosos comentarios -algunos incluyen insultos- y fuertes debates en las redes sociales cuando las agrupaciones locales promocionan algún acto.
Sin embargo, más allá de las opiniones que puedan existir, nada justifica una agresión como la sufrida por una joven de 27 años.
El episodio que hoy describimos sucedió después de la multitudinaria marcha que se realizó en Plaza San Martín el 14 de enero, día en el que hallaron sin vida a Agustina Imvinkelried, quien fue asesinada de manera brutal por Pablo Trionfini al retirarse de un local bailable.
A pesar del tiempo transcurrido no había salido a la luz, por eso enterados de los pormenores decidimos compartir la información con los miles de lectores de la región.
Una locura
En medio de la manifestación distintas mujeres que estaban al frente de la organización subieron las escalinatas de la Municipalidad, tomaron la palabra y exigieron que se implemente la educación sexual integral en las escuelas con el propósito de evitar más femicidios.
Muchos de los presentes entendieron que no era el momento ni el lugar para hacer pública esa demanda porque estaban allí con el objetivo de reflexionar debido a la partida de Agustina y para acompañar a la familia en su dolor, por eso hubo silbidos, insultos y un cruce bastante fuerte con una vecina que literalmente les cortó el discurso mientras los demás aplaudían.
Hasta allí lo conocido, pero no trascendió que una señora de 36 años que no está de acuerdo para nada con los temas que propone el feminismo, cruzó a una joven y al ver su pañuelo verde comenzó a agredirla.
Primero la insultó “de arriba abajo” y después le habría arrojado un feroz golpe que impactó en la cara. No conforme con eso le aseguró que la próxima vez sería peor porque directamente la iba a matar.
En medio de la conmoción que todos sentían esa noche debido a la tragedia de la que se hizo eco buena parte del país, la víctima denunció que la habían golpeado por ser referente del movimiento feminista, defender una idea de la que está absolutamente convencida y llevar un pañuelo verde en el cuello.
A confesión de parte…
Insólitamente más tarde halló una publicación en Face donde la atacante admitía el hecho y se mostraba orgullosa de su forma de actuar.
“Soy así y voy a morir así, qué necesidad tenían de hacer tanto circo, no respetan nada, un día lo dije, que nunca se me crucé una con los trapos verdes… y bueno, lamentablemente se me cruzó una y no logré contenerme, le tuve que dar su merecido”, sostuvo la mujer de apellido Velázquez Ortiz.
Por su parte la damnificada se expresó en esa red social argumentando que fue “a marchar por la piba asesinada, lo hice con lágrimas en los ojos y con gran angustia que traigo desde que me enteré de su desaparición.
No conocía a Agus, pero sentí su femicidio como nos sucedió a muchas. Terminé en la Comisaría con un golpe en la cara porque una mujer me agredió verbal y físicamente. ¿Podrá entender que, aunque pensemos diferente fuimos por la misma razón? ¿Tanto odio se puede tener? ¿Para colmo nos tilda de violentas a nosotras? A vos que me golpeaste, me insultaste y amenazaste con matarme, si alguien te mata yo voy a salir a marchas por vos”.
Más allá de la gravedad que la situación posee, la contamos para que hagamos una autocrítica y “bajemos los decibles”, en temas con posiciones encontradas nos acostumbramos a descalificar y agredir, antes que a debatir con respeto y argumentos.