Malena Blanco, activista por los derechos de los animales y fundadora de Voicot, contó el calvario cuando 200 animales quedaron en la ruta moribundos. IMÁGENES SENSIBLES.
“Los que quedaron abajo estaban muertos o moribundos y los demás gritaban, padeciendo dolor y el calor después de tantas horas, y con cuerpos de otros animales de cientos de kilos arriba suyo”. La que habla es Malena Blanco, fundadora de Voicot, activista por los derechos de los animales y testigo de una situación tortuosa que conmovió hasta a policías y bomberos.
El 8 de marzo a las 16.30, Malena llegó a la ruta 6 por un alerta en su grupo de activismo: un camión con aproximadamente 200 cerdos, que iba desde Santa Fe hacia un matadero de General Rodríguez, había volcado a la altura de Campana y aún quedaban muchos animales muriendo encerrados.
El conductor (que resultó con heridas leves) se había quedado dormido. El vuelco produjo la caída de cerdos de la parte de arriba del camión descubierto. Y abajo, agonizaban otros 80.
Los vecinos llegaron con machetes y masas para faenarlos ahí mismo o llevárselos. Un bombero quiso contener la situación, pero no aguantó la angustia. Otro compañero lo reemplazó. Después llegó la policía y el rescate de Voicot.
“La situación era tremenda. Estábamos todos escuchando esos gritos desesperados de los cerdos, oliendo el olor a sangre y a mierda del camión. Una cosa es comer animales y otra es cuando presenciás de dónde viene, para nosotros es tremendo y para otras personas que comen también“, relató Malena.
Lucha de unos contra otros
El accidente produjo una disputa. Estaban los vecinos “enajenados”, la policía conteniéndolos (para proteger la propiedad privada de los ganaderos), los activistas mencionando la ley 14.346 contra el maltrato animal para que les den los cerdos más lesionados y un representante del matadero que decía que los porcinos estaban “contados” (y la plata también). En el medio, los cerdos esperaban la muerte o el rescate.
“Estaban estresados, son cerdos de seis meses. Algunos estaban muertos, otros moribundos y los que estaban vivos tenían que trasportarlos desde el fondo del camión a otro donde los iban a llevar nuevamente al matadero. Para eso los ataban de la nariz con cables de acero y los tiraban. Insistíamos que nos entreguen algún animal”, aseguró Blanco.
“Cuando ves el sufrimiento adelante tuyo es muy fuerte. Les pedimos que despertemos nuestra humanidad como personas, que estábamos ahí no para carnearlos sino para que vivan en libertad y que sean atendidos por veterinarios. Entonces otro de los bomberos se emocionó con esta situación y finalmente nos ayudaron. Fue una unión de solidaridad de su parte”, destacó.
El rescate
En medio de la adrenalina, Malena logró que los efectivos corten la ruta, llevar su auto al lado del camión y levantar un chancho. “Otra persona de los trailers que llevaba animales al matadero también se conmovió y me dijo si no quería agarrar uno más“, contó la activista, con la voz entrecortada.
Los cerdos se llaman Oscar y Cielo. Están en observación en el refugio Los salvajes, cerca de La Plata. Tienen seis meses, la inteligencia de un niño de tres y una vida de maltrato y encierro. Ahora, como dice Malena, vivirán “cómo les gusta, en el barro, divirtiéndose con otros chanchos y otras especies, siendo felices”.
Del matadero a la góndola
La mayor parte de la carne de góndola tiene un proceso. Los animales se crían en feedlots. Ni bien nacen les sacan los dientes, les cortan la cola y a los machos los capan porque enloquecen por el encierro y se mordisquean. Las hembras pasan su vida pariendo en jaulas de gestación. Y cuando no dan más (ni ella ni otras crías), terminan en el matadero.
“El sistema está preparado para proteger la propiedad privada. Los animales valen plata pero a su vez son seres que sienten. Uno debe recurrir a la humanidad de las personas que intervienen en el operativo, porque si me tengo que apoyar en el Estado o las leyes que no se cumplen, los animales pierden”, criticó la fundadora de Voicot.