En su informe de perspectivas, el Fondo recortó el pronóstico de caída para este año.
“Las proyecciones de crecimiento para Argentina han sido revisadas al alza, y se prevé que los mayores salarios nominales y las crecientes expectativas de inflación generen en 2019 presiones inflacionarias más persistentes que las proyectadas en el informe WEO de octubre de 2018”, puntualiza el documento difundido durante la reunión de primavera de los organismos multilaterales que se celebra en los Estados Unidos, y que también incluyó una rebaja en el pronóstico de crecimiento mundial desde el 3,7% previo al 3,3%.
Lo cierto es que para el Fondo la inflación en el país alcanzará el 30,5% interanual en diciembre, lo cual se condice con una suba de precios promedio del 43,7%, resultado para el cual la dinámica debería descender al 2% mensual desde abril, algo que para los economistas luce improbable.
“Se proyecta que la economía de Argentina se contraiga en el primer semestre de 2019 a medida que las políticas más restrictivas con las que se busca reducir los desequilibrios frenen la demanda interna, previéndose un retorno al crecimiento en el segundo semestre del año debido a la recuperación del ingreso disponible real y al repunte de la producción agrícola tras la sequía del año pasado”, reza el reporte del organismo.
Es decir que según el FMI, la política de ajuste se verá compensada por la cosecha y la mejora salarial a partir de julio, aunque este último punto traerá aparejado una mayor presión sobre los precios.
De todas formas, el informe sostiene que “los riesgos a la baja para la economía siguen siendo importantes y, de materializarse, podrían desviar las preferencias de los inversionistas en detrimento de los activos en pesos y generar presiones sobre la moneda y la cuenta de capital”. En línea con el diagnóstico del Gobierno, el FMI cree que “es fundamental que se continúe ejecutando el plan de estabilización en el marco del programa de reforma económica respaldado por el FMI para apuntalar la confianza de los inversionistas y recobrar el crecimiento sostenible que permite mejorar las condiciones de vida en todos los segmentos de la sociedad”.
“Es esencial alcanzar las metas de saldo fiscal primario igual a cero en 2019 y 1% del PIB en 2020 para reducir las necesidades de financiamiento y evitar que retornen las presiones de liquidez. El logro constante de las metas monetarias será crucial para volver a anclar las expectativas inflacionarias y restaurar la credibilidad del banco central”, planteó el Fondo.