Pamela Soledad Gómez tenía 13 años y hacía poco tiempo que vivía en Villa Banana, en la casa de su tía. Llegó a Rosario desde Puerto General San Martín, donde nació y vivió con sus cuatro hermanos, uno mayor y tres menores que ella. Se adaptó al barrio y a la escuela. Jugaba al fútbol con otras nenas en un playón cercano a la casa de su tía todos los días. Era lo que más le gustaba. Este año, ganó una beca para cursar el secundario en la escuela que los Hermanos Maristas tiene en Villa Banana. Y eso la llenó de ilusión. Si bien soñaba con ser una jugadora de fútbol profesional, la nueva escuela y la beca la llenaron de felicidad. Pero duró poco. El 5 de abril salía con su hermano mayor de la casa de una amiga y ráfaga de balas terminó con su vida.
“Ella salió primero de la casa y cuando escuchó los disparos se dio vuelta para advertirles a los que veían atrás”, contó su tía Alejandra. Una bala le dio en la espalda y las otras que dispararon hicieron blanco en el rostro de otra niña, que ahora tiene como 20 puntos de sutura, y a un niño de 11 años que quedó paralítico.
Pamela Soledad cayó en una zanja, todavía con vida. Su hermano pidió ayuda. Y fue un tío de la niña el que la levantó en brazos y pidió ayuda a un comerciante quien la llevó en su auto al hospital. Llegó muerta.
“Hoy marchamos y acompañamos a la mamá (al Centro de Justicia Penal) que vino a hablar con la fiscal”, explicó Alejandra. Sobre los agresores, aseguró que están identificados y que son vecinos del barrio.
“Dijeron que eran narcos y son niños. Pamela era inocente, vivía para la escuela y fútbol”, agregó.
“Después que sepultamos a Pamela nos empezaron a tirar. Vivimos sobre la vía entre 27 y lima, y los transeros nos tiran desde la vía”, detalló.
“En ese tiroteo, la Policía estaba e hirieron a una mujer policía y a su marido. Pero lo primero que hicieron es culpar a la gente de la vía. La Policía se nos metía en la casa, rompiendo todo, buscando una metra y una nueve cuando tendrían que buscarla en otro lado”, detalló.
Además explicó que van a seguir marchando, acompañando a los padres de Pamela, pero también de los dos niños heridos.