El grupo volvió a la provincia para sumarse a la agenda del renovado teatro Mendoza. Con “Gran Reserva” hicieron delirar al público.
Quizás no quede mucho más que decir sobre Les Luthiers: son generosos, apoteósicos, infalibles. Cuando vinieron en 2017 a presentar el mismo show, “Gran Reserva”, la ocasión nos invitaba a verlos por dos motivos: despedir a Carlos Núñez Cortés, que ese año abandonó el grupo, y convidarnos a festejar con ellos su 50 aniversario (desde ese día en el que, en 1967, Gerardo Masana encendió la primera chispa). Pero no hacen falta muchos motivos para reírnos una vez más. Aunque nos conozcamos los números de memoria: de eso nos convencimos quienes asistimos el viernes pasado al reluciente Teatro Mendoza, para verlos en el mismo espectáculo.
Pero hay que decirlo: las ausencias se sienten. No es que el grupo haya perdido su química, pero es inevitable: los elementos de esa química ahora son otros. Carlos López Puccio y Jorge Maronna están ahí como siempre, mientras Martín O’Connor, Horacio Tato Turano y Tomás Meyer-Wolf, músicos y humoristas de excelente oficio, reemplazan las líneas de quienes ya no están (aunque Núñez Cortés y Rabinovich sean irremplazables). Roberto Antier actuó en lugar de Marcos Mundstock, el histórico presentador. Lo hizo con nobleza y realmente gran destreza, especialmente en el difícil personaje de José Duval, el viejo cantante de “mmmmusic hall” (“La hora de la nostalgia”), con el que se llevó intensos aplausos.
Los números se fueron dando ante un teatro repleto: “Entreteniciencia familiar”, “Lo que el sheriff se contó”, “Perdónala”, “Buscando a Helmut Bösengeist”, “San Ictícola de los peces”, “Quien conociera a María amaría a María”, “La balada del 7º regimiento”, “Rhapsody in balls” (gran ovación para Maronna) y “Ya no te amo, Raúl”.
A través de las dos horas no solo hay números muy conocidos, sino también algunas “exhumaciones” gloriosas. Como “Música y costumbres de Makanoa”, que no era de sus cuadros más conocidos antes de rescatarla para este show.
Cuando interpretaron, fuera de programa, “Los jóvenes de hoy en día”, todos lloraron de la risa, aunque a esa altura la risa ya era un espasmo. Pues sí: no importa si son cinco o uno. Les Luthiers ya son parte de nuestra historia cultural más querida y siempre valdrá la pena ir a verlos.