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lunes, diciembre 23, 2024

Leymah Gbowee: “Hasta que un hombre no menstrúe, no sabe de lo que está hablando”

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Así lo afirmó en su paso por Santa Fe, Leymah Gbowee, premio Nobel de la Paz. Opinó sobre los femicidios en Argentina y sobre el debate del aborto.

Leymah Gbowee recibió el Premio Nobel de la Paz en 2011 por su lucha no violenta por la seguridad de las mujeres y el derecho de las mujeres a la plena participación en la obra de construcción de la paz. En el marco del ciclo organizado por el gobierno provincial “Santa Fe Debate Ideas”, la activista liberiana participó este jueves de la conferencia “Construyendo la paz: el rol de las mujeres”, en el Centro Cultural Provincial (CCP) de la ciudad.

Pero en la previa del encuentro, recibió muy atentamente a UNO Santa Fe para un mano a mano exclusivo en una sala de reuniones del Hotel Los Silos. Junto a su traductora y un grupo de asistentes, Leymah en todo momento se mostró muy amable y cuidadosa en el trato con quienes intercambió ideas y conceptos. Instantes antes de la entrevista llegó a sus manos el té que había pedido (sin azúcar ni edulcorante) y lentamente se acomodó en su sillón para escuchar metódicamente las preguntas. Por los pasillos estaba uno de sus ocho hijos, la menor de todas, entretenida con una tablet. Con su atuendo amarillo y verde, sumamente exótico para estos lares, cruzó sus brazos y comenzó a compartir su visión.

Leymah Gbowee nació en Liberia, se sobrepuso con firme entereza a los abusos de todo tipo que le tocó vivir, a los golpes de un marido maltratador y la violencia de las balas y bombas de un país en guerra. Tiene 47 años, y su vida transcurre entre su país y Nueva York. Es una destacadísima activista por la paz que recibió el Premio Nobel en 2011 e impulsó un movimiento de mujeres en su país, que no solo tuvo éxito en la resolución del conflicto que asolaba su territorio, sino también promovió a Ellen Johnson-Sirleaf, la primera mujer presidenta en el continente africano.

Gbowee es directora ejecutiva de la Red Africana de Paz y Seguridad para las Mujeres con sede en Accra, Ghana, y trabaja para construir relaciones en la región del oeste de África en apoyo a la capacidad de las mujeres para prevenir, evitar y terminar con los conflictos. Es máster de Artes en Transformación de Conflictos por la Universidad Menonita del Este en Harrisonburg, Virginia, y obtuvo certificaciones en Prevención de Conflictos y Formación en Consolidación de la Paz en el Instituto de las Naciones Unidas.

En 2003 organizó una “huelga de sexo” para forzar a los hombres a deponer las armas en un país que en poco más de una década vivió dos terribles guerras civiles (1989-1996 y 1999-2003) que causaron la muerte de alrededor de 200.000 personas. En 2008 se convirtió en la protagonista de un documental, “Ruégale al Diablo que regrese al infierno”, usado como bandera para luchar por la paz luego en Sudán y Zimbabue.

—En materia de resiliencia, ¿cómo es construir y desarrollar ideas sociales desde las experiencias más traumáticas?

—En realidad no tuve una infancia muy terrible, porque crecí en una comunidad que me enseñó los valores esenciales de la paz, la justicia, la comunidad, el amor y el saber compartir. Fueron esos valores los que me permitieron superar los momentos oscuros de violencia que me tocó sufrir. Cuando yo estuve en una etapa de crisis muy profunda, fue mi madre quien me dijo que se iba a atar a mi cintura y se iba a parar detrás para ser mi principal apoyo y sustento. Esa fue una de las enseñanzas más grandes de mi madre, justo en un momento donde yo pensaba suicidarme. Eso me llevó a un lugar de resiliencia y comencé a desarrollarme en base a lo que mi comunidad me enseñó. Ya sea en Argentina, Brasil, Venezuela o cualquier latitud del mundo, como miembros de una sociedad debemos encontrar la manera de ser el mayor apoyo posible para el resto de la comunidad.

—¿Cuál es el rol de la mujer en la construcción de la paz?

—Estoy convencida de que las mujeres desempeñan un papel primordial dentro de la construcción de la paz. La mayoría de las veces cuando no se involucra a las mujeres, se pierden las capacidades y la inteligencia femenina. Si uno entra a una habitación donde hay políticos, se va a encontrar con 20 hombres y solo una mujer; en el mundo corporativo pasa lo mismo. No vamos a encontrar mujeres en aquellas áreas donde se logra el desarrollo de la humanidad. Hay que tener en cuenta que la paz no es solo la ausencia de la guerra, la paz es aquello que nos permite sentirnos humanos, es aquello para lo cual Dios nos creó. Si bien en Argentina no hay sonidos de balas y no hay guerra, observamos en la calle gente protestando todo el tiempo. ¿Por qué está disconforme la gente? Bueno, llevan adelante manifestaciones de protesta porque existen condiciones que hacen que muchas personas se sientan separadas de la sociedad. En este contexto, el rol que deben jugar o desempeñar las mujeres es justamente ser parte de estos procesos, estar en la calle, defender la necesidad de más y mejores hospitales, escuelas y condiciones dignas de vida. Las mujeres desarrollan un papel muy importante para detener este tipo de violencia que se sufre.

—¿Cómo es en la actualidad la situación que atraviesan las mujeres?

En Liberia, la realidad es que las mujeres hemos avanzado verdaderamente muchísimo. Por ejemplo, en el año 2003 un grupo de abogadas se reunieron y redactaron una ley para que la violación se convierta en algo del pasado. Liberia tiene una ley especial en contra de las violaciones y fundamentalmente para castigar a los violadores. Un hombre acusado de violación va preso, sin ningún tipo de posibilidad de libertades condicionales o concesiones extrañas; esperan en la cárcel su posibilidad de demostrar que son inocentes con condenas ejemplificadoras, como sentencias mínimas de 12 años hasta cadena perpetua. Todavía sigue existiendo el desafío de continuar peleando contra las violaciones, contra los abusos, temas que antes eran muy difíciles o que ni siquiera se hablaban. No es todo color de rosas, existe también mucha violencia doméstica, pero ahora existe una ley en el parlamento para mejorar esas problemáticas. Hace 15 o 20 años había situaciones y temas prohibidos y en la actualidad todo cambió, por ejemplo, son temas cotidianos de los medios de comunicación.

—En Argentina existe un debate ideológico muy fuerte sobre el aborto, un tema que divide a la sociedad en dos, ¿cuál es su opinión al respecto?

—Es muy interesante tener en cuenta que todas aquellas personas que se manifiestan como provida, en su gran mayoría son hombres, y cuando se trata de temas que se sufren en el cuerpo de una mujer, justamente los hombres no tienen ni idea de lo que se está hablando. Entonces, siempre digo que hasta que un hombre no menstrúe, no sabe de lo que está hablando.

—¿Qué opina del alto índice de femicidios que se registran en Argentina?

—Cuando hablamos de la alta tasa de femicidios que se registra en Argentina, estamos hablando de un problema mucho más grande, estamos hablando de un problema socioeconómico y de elevados índices de desempleo. El femicidio no es algo que simplemente sucede. Cuando un hombre no consigue trabajo, cuando no puede proveer la comida en la mesa, lo más fácil es descargar su enojo con su pareja dentro del hogar. Si hay mujeres en las calles protestando, lo que debería haber junto a ellas es una gran cantidad de hombres, porque el hombre que no tiene trabajo también siente que no tiene una vida. Esto no es una crisis de las mujeres, es una crisis de la sociedad.

Leymah Gbowee pasó por Santa Fe gracias a la invitación del gobierno provincial para su ciclo “Santa Fe Debate Ideas”, donde desde hace dos años se plantean conversaciones y reflexiones con hombres y mujeres de la política, de la cultura y del mundo académico.

El jueves por la noche, el Centro Cultural Provincial estuvo repleto de santafesinos que fueron a escucharla a Leymah exponer con maestría sobre el rol de las mujeres en los procesos de paz.

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