En 2016-2018 la caída contra los precios es de casi 50% mientras que en 2018 fue de 17,2%.
Esos números de contracciones reales se obtienen al deflactar la variación del ingreso del decil más bajo de la población, según ingresos familiares per cápita, contra la variación de la Canasta Básica Total (CBT), del Indec. Tan sólo durante el 2018, la variación del ingreso per cápita familiar del decil 1 fue de 12,8%, mientras que la CBT trepó 54,9%. Al deflactarlo, la diferencia marca la contracción de 17,2%. En caso de deflactarlo a partir de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) la caída es de 16,4%.
El sociólogo Daniel Schteingart hizo hincapié en el significado de esa pronunciada caída: “El cuarto trimestre de 2018 fue particularmente horrible. Los ingresos del 10% más pobre perdieron por más de 40 puntos contra la canasta alimentaria”.
Además, en el largo plazo, durante el período 2016-2018 el ingreso per cápita familiar de los más pobres, que mayormente son indigentes, subió 54,6% mientras que la CBT varió 180% durante el período, según los cálculos del equipo de economistas de la diputada Fernanda Vallejos, que utilizó datos de CABA para los trimestres del apagón estadístico. Por eso la contracción llega al 45%. Si se lo deflacta con la CBA, la caída es de 40%.
La dinámica del primer cuatrimestre del 2019 promete una continuidad de esa dinámica. El informe del IPC publicado ayer por el IET mostró que el salario real de los trabajadores empeoró su deterioro durante el primer trimestre del 2019 (ver página 14). Cabe esperar que para los buscan evitar la indigencia, con ingresos más volátiles, la dinámica no sea mucho más amigable. Y es que tras la aceleración inflacionaria de enero de 2,9% y de 3,8% en febrero, las estimaciones no oficiales adelantan una inflación que seguirá apretando a fondo el pedal de la derecha. Para el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (ITE-FGA) la suba de precios durante marzo fue de 3,9%. Para el IET fue de 4%. Ambos están en línea con las mediciones privadas, que coinciden con una variación en torno a ese número.
En marzo “el nivel general se vio impulsado nuevamente por la suba en alimentos y bebidas, ante el alza de las carnes, aunque también impactaron aumentos en los servicios de telefonía celular, transporte público para pasajeros y educación”, tal como afirmaron desde ITE-FGA.
Desde el IET detallaron algunas de las variaciones de marzo: estuvo motorizada en primer lugar por Educación, por la entrada en el nuevo año escolar; por Transporte y comunicaciones, donde se encarecieron el transporte público en el AMBA, los autos nuevos y usados y la nafta; Alimentos y bebidas, que subió impulsada particularmente por frutas y verduras; Indumentaria y calzado, con alzas del 10% en camperas y shorts, 8% en carteras y 7% en jeans; Esparcimiento, que subió 2,9%, impulsado por las entradas al cine; y Salud, por incrementos en los medicamentos del 3,2%.