Transitamos el día a día con marcados signos de desconfianza e inseguridad, ¿qué herramienta puede colaborar en cambiar el foco de atención?
Por Victoria Navicelli – Especial para Estilo
El siglo XXI nos ha movilizado en todos los sentidos y direcciones. Hay personas que han logrado dejar de lado prejuicios y críticas mientras que, otras aún necesitan un “empujón” para ganar confianza y vivir más plenamente. En este camino nos encontramos con alternativas para lograr ver la vida de otra manera, es lo que se denomina “el cambio de chip”. Básicamente nos referimos a la confianza y seguridad en nosotros mismos, aquello que la escuela no enseña y que a la familia le cuesta tanto poner en práctica.
Pero esto no viene solo, ya que entra en juego una cualidad que no puede faltar en todo ser humano, el coraje. La necesidad de crear coraje y de sentirse conectado son temas comunes que tienen un gran valor en la vida de las personas. “Sin coraje nos quedamos estancados”, dice Fabio de Sio, entrenador integral. Parece que, con el tiempo, las personas han perdido la confianza en sí mismas y en los demás. Se han aislado físicamente y emocionalmente, “pero esto es un estado de ánimo. Una forma de dar sentido a la experiencia”.
Aquí conviene animarse a explorar el interior y, también, conocer las herramientas que tenemos alrededor. Por ejemplo, el coaching integral, que es una técnica que explora todos los elementos de lo que estamos hechos: espirituales, cognitivos, emocionales, relacionales y somáticos. En términos simples, esto significa que aprendemos sobre cómo dar sentido al mundo.
Un resultado exitoso es cuando las personas logran despegarse de “las suposiciones que los han bloqueado para ver el mundo de cierta manera y lanzarse a indagar formas nuevas de administrar sus vidas”, analiza De Sio.
En la misma sintonía, la psicóloga Laura Giménez afirma que la visión de éxito que tengamos es el combustible que nos hace despertar cada día con un propósito. La energía correcta es fundamental para el éxito en la vida, sea lo que sea el “éxito” para cada uno de nosotros. “Esa energía proviene de hacer un significado positivo y construir una conexión amorosa, primero con nosotros, luego con los demás”, afirma el entrenador.
Pero en algún momento nos desviamos del camino y pusimos más el foco en los demás y ya no tanto en nosotros. Hablamos de “la necesidad de aprobación”. La profesional asevera que el error está “en responder y dejar de ser”.
La verdad es que nos sentimos más seguros cuando percibimos que pertenecemos. Para pertenecer realmente, creemos que tenemos que gustar y aquí viene la cuestión clave. “Sacrificamos aquellas partes de nosotros mismos que creemos que las personas podrían desaprobar, a fin de obtener más aceptación y sentirnos más seguros. El problema viene cuando sacrificamos demasiado y perdemos de vista quienes realmente somos”, añade De Sio. Cuando buscamos la aprobación, sentimos que lo que otra persona piensa es más importante que lo que nosotros pensamos.
¿Y qué hacemos cuando las personas nos desaprueban? Para Fabio, “nos aferramos a esa desaprobación. Esto puede provenir de un factor evolutivo en el que necesitamos tomar nota de lo que es “malo” más de lo que necesitamos para darnos cuenta de lo que es “bueno”.
Según la psicóloga “existe en cada uno una voz que habla, a veces de manera positiva; otras, negativa. El dilema es cuando le damos protagonismo a esa que nos habla de manera pesimista y nos limita a hacer y pensar, más allá de todo”.
El problema es que escuchamos esta voz sin considerar si lo que dice es verdad. Luego tomamos decisiones acerca de quiénes somos en base a esta voz interior crítica: no somos suficientes o, somos demasiado. “Tenemos que encontrar una manera de alejarnos de ese juicio negativo y reemplazarlo con una perspectiva más equilibrada”, analiza De Sio.
Y este trabajo sistemático aplica para muchos aspectos de la vida como, por ejemplo, la mera expresión de la identidad. Aquí De Sio considera la necesidad hacer uso del derecho a expresar nuestra propia identidad personal, “no se trata tanto de ser heterosexual u homosexual -o de cualquier otra opción sexual-, ni de raza, religión o cultura; la propia identidad es mucho más profunda que eso”. Se trata de responder a la pregunta clave: ¿Quién eres? ¿Qué te da energía?
Cuando escuchamos a nuestro cuerpo proviene el verdadero mensaje de quiénes somos, en las emociones positivas y la energía que sentimos sobre algunas cosas más que otras.
La identidad personal es lo más importante, ya que es lo que le da calidad a la vida, “nos permite conectarnos con lo que verdaderamente somos -más allá de lo que piensen o quieran los demás- y con lo que nos hace felices, un trabajo, un hobbie, un deporte, etc.”, dice Giménez; lo que se traduce en “tiempo acelerado” pues, lo que nos hace felices y nos hace ser nosotros mismos, permite que el tiempo deje de existir o pase en un instante.