Según un relevamiento, una alimentación desequilibrada es el principal factor de riesgo en enfermedades cardiovasculares, cánceres y diabetes de tipo 2
Un estudio realizado a nivel mundial revela que una de cada cinco muertes se asocia a una dieta pobre, lo que causa enfermedades cardiovasculares, cánceres y diabetes de tipo 2.
La revista científica The Lancet publicó los resultados del informe, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Washington, titulado “Carga global de enfermedad”, en el que se examinaron las tendencias de consumo según quince factores dietéticos clave ente 1990 y 2017 en 195 países.
Entre las principales conclusiones del análisis, la dieta que más incidió en los fallecimientos fueron el excesivo consumo de sodio y la baja ingesta de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y leche. Además, se destaca que el consumo de comida poco saludable, como bebidas azucaradas, carnes procesadas y sal, supera los niveles máximos aceptables en todos los países.
Sin embargo, los especialistas precisaron que “las muertes se asocian más con no comer suficientes alimentos saludables que con comer demasiados de los que son malos para la salud”.
Mientras que la menor proporción de este tipo de fallecimientos se registró en Israel, Francia y España; Argentina figura en el puesto 62, después de Chile (35), Brasil (50) y Uruguay (51). Entre los que mayor cantidad de muertes de este tipo tuvieron, Uzbekistán (195), seguido de Afganistán (194), islas Marshall (192) y Papua Nueva Guinea (192).
De este análisis surge la importancia de generar políticas públicas en relación a la alimentación saludable para prevenir enfermedades. Los autores del estudio aseguran que sus hallazgos “subrayan la urgente necesidad de coordinar esfuerzos a nivel global para mejorar las dietas mediante la colaboración entre las diferentes secciones del sistema alimentario y nuevas políticas para impulsar dietas equilibradas”.
Además de confirmar que “una dieta pobre es responsable de más muertes que ningún otro factor de riesgo”, ya que según los datos, en 2017, de las 11 millones de muertes atribuibles a una dieta inadecuada, unos 10 millones fueron por dolencias cardiovasculares; 913.000 por cáncer y 339.000 por diabetes de tipo 2.
En comparación con el tabaco, 8 millones de muertes se asociaron a este factor, mientras que la presión arterial alta se relacionó con 10,4 millones de muertes.
El estudio detalla que los principales factores de riesgo en la dieta para la mortalidad son las dietas altas en sodio, bajas en granos enteros, bajas en frutas, bajas en nueces y semillas, bajas en vegetales y bajas en ácidos grasos omega-3. Y precisa: “la ingesta no óptima de granos enteros, frutas y sodio representó más del 50% de las muertes”.
En cuanto a la investigación, aclaran que, a diferencia de muchos otros factores de riesgo, los dietéticos afectaron a las personas independientemente de la edad, el sexo y el desarrollo sociodemográfico de su lugar de residencia.
Por estos motivos, sus autores impulsan a generar políticas dietéticas que se centren en promover el consumo de alimentos saludables que actualmente es deficitario, y aseguran que tendría un efecto mayor que las políticas que solo se enfocan en limitar el consumo de azúcar y grasa, destacando la necesidad de intervenciones integrales del sistema alimentario para promover el consumo.