El austríaco Niki Lauda, tres veces campeón de Fórmula 1, falleció a los 70 años. Pero la gran leyenda de los circuitos en los años 1970 y 1980, escapó por poco a la muerte en 1976, cuando sufrió un accidente durante el Gran Premio de Alemania. Su monoplaza se incendió tras una salida de pista y si sobrevivió fue gracias a la intervención de otros pilotos.
Hace muchos años, exactamente 43, Niki Lauda sufrió uno de los accidentes más graves que se recuerdan en la historia de la Fórmula 1, en el Gran Premio de Alemania 1976 en Nürburgring. A tal punto llegaron a ser las lesiones producidas en este incidente que el vienés recibió la extremaunción en el hospital de Mannheim.
Con una parrilla total de 40 monoplazas, sólo 25 coches lograron en la jornada de clasificación un crono que les permitiera correr en el zigzagueante y sinuoso trazado de Nürburgring. La presencia de la lluvia el domingo 1 de agosto hizo convocar una reunión de urgencia a la FIA con los pilotos para determinar si se disputaba o cancelaba la prueba.
Niki Lauda, líder destacado en el Mundial con 61 puntos de ventaja sobre el sudafricano Jody Scheckter, abogó por la anulación del gran premio debido a la evidente falta de seguridad que presentaba el circuito, mientras que su gran rival en la competición, James Hunt, defendió su celebración, decisión que finalmente fue apoyada por el resto de participantes.
Sólo se han habían completado dos de las 14 vueltas previstas a la pista ubicada en el estado de Rheinland-Pfalz cuando en la curva de Berwek, Lauda perdió el control de su Ferrari 312T2, golpeando violentamente el guardarraíl y regresando al asfalto envuelto en una nube de fuego.
Quemaduras de primer y tercer grado en la cara, varios huesos rotos, inhalación de gases del combustible con afectación a los pulmones fue el parte médico que emitieron los facultativos al suroeste de Alemania. Niki Laudaseguía vivo de milagro, pero lo que nadie se imaginaba es que su principal preocupación era conseguir el bicampeonato con la Scuderia.
Las victorias de John Watson y James Hunt en los Grandes Premios de Australia y Holanda 1976 respectivamente no hicieron más que aumentar la motivación del vienés de ejecutar una dolorosa recuperación que le llevó 40 días después a participar en el Gran Premio de Italia 1976, dejando para la eternidad una loable cuarta posición en Monza y un casco totalmente ensangrentado.