Después de cortar una relación comenzó a ser hostigada y amenazada. Llamados permanentes y crueles advertencias: “Voy a mandar el videíto y te voy a hacer la puta más famosa”, le decía su ex
Iris tiene 43 años y es kinesióloga. Sumó su nombre al listado de víctimas de un delito que no para de replicarse: la “pornovenganza”. Fue testigo fiel del miedo cuando una pareja con la que tuvo una relación de ocho meses, comenzó a acosarla y amenazarla por diferentes vías luego de ponerle fin al vínculo. ¿El resultado? Lo denunció y ahora aguarda que se confirme el procesamiento del acosador y que la causa sea elevada a juicio.
“Lo conocí por Facebook. Al principio, el vínculo comenzó siendo amigable, inspiraba confianza, por lo que decidimos encontrarnos y comenzamos una relación de pareja”, afirmó Iris. Y agregó: “La relación duró ocho meses. Comenzó en diciembre del 2016 y se extendió hasta agosto del 2017”. Cuando afloraron los celos de su pareja, Iris comenzó a sentirse “insegura”. Y a tener miedo. Por este motivo, al cabo de esos ocho meses optó por terminar la relación a través de WhatsApp y bloqueó el contacto.
“El bloqueo se debió a que, en el tiempo que nos conocimos, si bien había una relación de confianza, se empezó a poner tensa, había manipulación y tenía mucha presión psicológica constante”, alegó. Sin embargo, y sin imaginarlo, ese sería el comienzo del infierno que viviría en los meses subsiguientes.
“A los dos o tres días comenzó a sonar el teléfono de mi casa, de forma constante, cada treinta segundos. En una oportunidad atendí y le pedí que se quedara tranquilo, que rehiciera su vida. Le reiteré que yo no deseaba seguir la relación. Me respondió con una agresión y me manifestó sus deseos de venganza”, relató.
Desde ir a buscarla al trabajo y a dónde vivía, hasta amenazar con “empapelar” las calles con sus fotografías y acercarle las imágenes íntimas a su familia, las intimidaciones de su ex pareja, Daniel, fueron subiendo cada vez más el tono.
“En un rato voy a mandar el videíto a toda tu familia”; “yo te voy a hacer la puta más famosa”; “si no querés que siga, entonces desbloqueá los privados y atendé”; “si no me atendés mando el video y las fotos a todos lados”, fueron algunas de los mensajes que recibió Iris.
La gran mayoría de las amenazas remitían a la modalidad de la “pornovenganza”, la cual se refiere a la difusión sin consentimiento de imágenes o grabaciones de audio de naturaleza sexual producidas en la intimidad.
“Sentí pánico y estuve en un estado completamente paralizante en mi vida. A mi hijo lo tuve que llevar a la casa del papá. Yo me tuve que mudar por un tiempo y debí tomar todos los resguardos del itinerario que tenía”, comentó Iris. “Puso en peligro mi vida y mi situación laboral. La intimidación era constante y el desprestigio que quería lograr a nivel personal, social y laboral llegó a todas las instancias”, recordó.
Pasó el tiempo pero los e-mails, los mensajes y las llamadas a su casa y al lugar donde trabajaba no pararon. Y, producto de la impotencia, decidió denunciar el hecho. “Primero quise hacer la denuncia en la Policía de mi barrio y no me la tomaron porque yo solamente tenía su nombre y apellido, no sabía el DNI ni su dirección. Me dijeron que como solamente eran conversaciones y amenazas por teléfono, no corría mayores peligros”, detalló.
“A la semana, recibo un mensaje de una compañera que me dice: ‘Iris, está pasando algo con tu Facebook’. Le dije ‘mirá, yo no tengo Facebook, di de baja todas mis redes, no aceptes nada y enviame lo que tenés’ y me mandó una cuenta donde apareció mi imagen con nombre, apellido, los lugares donde trabajaba y mi teléfono”, adhirió.
Luego de asesorarse legalmente, Iris y su abogado presentaron una querella y una denuncia en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), y se tomaron las pertinentes medidas cautelares. Al tiempo, pudieron dar con el nombre y apellido real del agresor, ya que Iris no disponía de los datos reales de su ex pareja. Recién en ese punto “comenzaron a hacer las notificaciones que no llegaban”. Gracias a esto, lograron dar de baja varias páginas de Facebook, así como dos canales de YouTube. Todavía queda por eliminar una cuenta de Instagram.
El consejo de Iris para otras mujeres en situaciones semejantes es que hagan “la denuncia inmediata en una fiscalía con un abogado para hacer los resguardos de pruebas, hacer la denuncia a la OVD y tomar precauciones”. “Tuve que abrir mi vida privada a mi familia y amigos, tuve que buscar apoyo”, finalizó.