Su clave está en el control de los factores de riesgo, tales como el sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, colesterol alto, diabetes y consumo de drogas o alcohol. Actuar con rapidez es vital para salvar vidas
El accidente cerebrovascular (ACV) es una afección silenciosa y su clave está en el control de los factores de riesgo, tales como el sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, colesterol alto, diabetes y consumo de drogas o alcohol. Asimismo especialistas destacan que la atención temprana, dentro de las primeras horas de producido un cuadro, permite minimizar sus posibles secuelas.
“El ACV no avisa. No hay forma de saber cuándo una persona va a sufrir un evento neurovascular, sin embargo es posible disminuir la posibilidad de que ocurra a partir del manejo de estos factores de riesgo, además de hacerse chequeos de forma regular, conocer los valores personales de presión arterial, de triglicéridos y de colesterol, para poder entender que cuando están elevados hay que cambiar el estilo de vida”, explica el doctor Ariel Bustos, quien coordina la sección Neurología Vascular del Hospital de Clínicas.
Un episodio de ACV es producido por un daño arterial a nivel del cerebro, que corta el flujo de glucosa y de oxígeno, dos componentes esenciales para la función cerebral. Tiene dos clasificaciones:
Hemorrágico: cuando se produce la ruptura de la arteria.
Isquémico: cuando hay una obstrucción de la arteria.
Ambos casos presentan síntomas similares:
Parálisis o pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo.
Dificultad para expresarse o entender las palabras.
Pérdida repentina de la visión.
Trastornos para caminar.
Pérdida súbita de la conciencia.