La máxima referente de AEPA sufrió todo tipo de insultos, gritos y frases intimidatorias como consecuencia de la tarea que desarrolla en la institución sin fines de lucro. Tuvo que acudir la policía en dos oportunidades y ahora el tema está en la Justicia. Todos los detalles.
Hay situaciones que resultan difíciles de explicar porque involucran a gente que dedica tiempo, esfuerzo y hasta dinero a hacer el bien, pero a cambio de eso en vez de reconocimiento recibe críticas o, como en el caso que contamos a continuación en carácter de primicia, insultos, gritos y amenazas de todo tipo.
La historia comenzó el sábado cerca de las 19, cuando una perra cayó del tercer piso del monoblock ubicado en calle Janssen… En verdad, existen dudas si el can se precipitó sólo o lo arrojaron al vacío.
Desde el entorno de la dueña se contactaron con la Asociación Esperancina Protectora de Animales porque no tenían dinero para hacerla atender. Debido al cuadro de situación desde AEPA enviaron al veterinario, “porque no podíamos dejarla tirada en la calle”, según confiaron.
El domingo a la mañana el profesional dijo que ya podían retirarla, porque le hizo las curaciones necesarias y por suerte no tenía quebrada la columna.
La dueña aparentemente adujo que hasta la tarde no se acercaba, ante lo cual para no tener que abonar la estadía en AEPA pidieron ayuda para ubicar al can en tránsito (es decir de manera temporal).
Recién el lunes la propietaria dio señales y le comentaron que el costo de la tarea del veterinario ascendía a 2.450 pesos, pero se negó a afrontarlo y argumentó que le era imposible abonar ese monto.
Desde entonces se fue tensando la relación y el colmo ocurrió ayer, cuando la dueña y otras dos mujeres llegaron hasta el comercio de Marta Speranza, presidenta de la Protectora de Animales.
Dejando de lado las buenas costumbres y un vocabulario apropiado máxime dirigiéndose a la referente de la entidad que le solucionó el problema, exigieron a los gritos que le devuelvan la perra, “sabemos dónde vivís”, habría sido lo “más liviano” que le manifestaron, porque incluyeron amenazas e insultos.
Llegó la policía y después de varios minutos volvió la calma, aunque por unos minutos… Increíblemente regresaron con el mismo propósito, ante lo cual tuvieron que acudir varios móviles del Comando y se llevaron en calidad de demoradas a estas “señoras”.
Ahora denuncia policial y judicial mediante este asunto tendrá otros capítulos. Más allá de las particularidades, ¿por qué llegar a esto? ¿cómo puede ser que una entidad de servicio como AEPA deba atravesar este “mal trago”?