La “Cuenta de generación del ingreso” que publicó ayer el Indec mostró el fuerte deterioro en la distribución durante los últimos tres años. Un problema aún más preocupante si se considera que, en paralelo, la economía se contrajo alrededor de 2%.
De acuerdo al informe oficial, si se excluye al sector público, las participaciones relativas fueron del 39,7% para los asalariados y del 45,3% para los empresarios. El ingreso mixto bruto, donde se inscriben las actividades por cuenta propia, significó el 16%. Mientras que la categoría Otros impuestos netos de subsidios a la producción dio un saldo negativo del 1,1%.
El grueso del empeoramiento del reparto de la torta se explicó por el impacto de la crisis de 2018, en la que el poder adquisitivo se hundió 12,1%. Así, entre los primeros trimestres de 2018 y 2019, la participación asalariada cayó tres puntos. Esta caída se explicó 0,81 punto por el sector público y 2,21 puntos por el sector privado.
En consonancia con una actividad en caída libre, en la industria manufacturera fue donde los trabajadores más perdieron: cedieron 0,81 punto de participación (ver aparte). También tuvieron caídas significativas en administración pública y defensa (0,56), comercio (0,4) y transporte, almacenamiento y comunicaciones (0,3). En cambio, en las únicas ramas donde ganaron espacio fueron la explotación de minas y canteras (0,11), impulsado por el petróleo en Vaca Muerta, y la pesca (0,03).
La “Cuenta de generación del ingreso” que publicó ayer el Indec mostró el fuerte deterioro en la distribución durante los últimos tres años. Un problema aún más preocupante si se considera que, en paralelo, la economía se contrajo alrededor de 2%.
De acuerdo al informe oficial, si se excluye al sector público, las participaciones relativas fueron del 39,7% para los asalariados y del 45,3% para los empresarios. El ingreso mixto bruto, donde se inscriben las actividades por cuenta propia, significó el 16%. Mientras que la categoría Otros impuestos netos de subsidios a la producción dio un saldo negativo del 1,1%.
El grueso del empeoramiento del reparto de la torta se explicó por el impacto de la crisis de 2018, en la que el poder adquisitivo se hundió 12,1%. Así, entre los primeros trimestres de 2018 y 2019, la participación asalariada cayó tres puntos. Esta caída se explicó 0,81 punto por el sector público y 2,21 puntos por el sector privado.
En consonancia con una actividad en caída libre, en la industria manufacturera fue donde los trabajadores más perdieron: cedieron 0,81 punto de participación (ver aparte). También tuvieron caídas significativas en administración pública y defensa (0,56), comercio (0,4) y transporte, almacenamiento y comunicaciones (0,3). En cambio, en las únicas ramas donde ganaron espacio fueron la explotación de minas y canteras (0,11), impulsado por el petróleo en Vaca Muerta, y la pesca (0,03).
Al mismo tiempo, los sectores en los que las ganancias empresarias ganaron más participación fueron electricidad, gas y agua (1,04 punto), impulsado por los tarifazos; la actividad agropecuaria (0,96); el transporte, almacenamiento y comunicaciones (0,57) y la industria (0,55).
Este proceso de derrumbe del salario real y concentración del producto coincidió con una fuerte agudización de la precarización laboral. El informe del Indec precisó que en el último año subió en 185.000 la cantidad total de puestos de trabajo, es decir, creció 0,9%, por debajo del crecimiento poblacional. Pero todos los empleo generados fueron precarios: 115.000 asalariados informales (2,5% interanual) y 176.000 cuentapropistas (3,5%), entre los que sobresalen los monotributistas. En contraposición, se destruyeron 105.000 puestos asalariados registrados (1%), que son los que cuentan con plenos derechos.
Este cuadro echa por tierra el habitual reclamo empresario de reducción de costos laborales. Con salarios en picada, el empleo de calidad no deja caer mes a mes desde el comienzo de la crisis y es solo compenzado por la creación de puestos precarios. Al respecto, un informe de la Undav (ver aparte) planteó: “La evidencia empírica demuestra que el aumento y descenso de las tasas de desempleo está correlacionada con los ciclos económicos”.