Los donantes fueron niños, de 5 y 6 años de edad, y los procesos se produjeron en el transcurso de pocas semanas en el Hospital Central Olga S. de Rizzi, de Reconquista, y en el de Niños Víctor J. Vilela, de Rosario, respectivamente.
Al respecto, el director del Cudaio, Martín Cuestas, subrayó que “en primer lugar se destaca la decisión tomada por los padres de ambos donantes en medio del inmenso dolor que se atraviesa en una pérdida así. Sabemos que no hay otro momento para donar; coincide con la situación más dura, cuando los padres se enteran que acaban de perder a su hijo”.
Y agregó: “La donación no puede esperar a la elaboración del duelo ni permite tomarse mucho tiempo para decidir, entonces allí es donde pasa a ser clave el haberse informado previamente, por eso la importancia de que la donación de órganos haya sido tema de conversación en la familia, que se haya configurado una visión positiva, sin miedos y con información correcta”.
Uno de ellos permitió un trasplante de características inéditas en la medicina argentina, ya que al receptor, un adolescente, se le implantó el bloque abdominal completo de hígado, riñón, páncreas, duodeno, intestino y colon.
Los otros trasplantes que se hicieron a partir de ambas donaciones fueron tres de riñón, uno de corazón, uno de hígado y uno de intestino. La mayoría de los destinatarios fueron pacientes pediátricos, algunos de alta complejidad y en estado crítico. Además, en uno de los procesos se ablacionaron válvulas cardíacas para el banco de tejidos.