Responsables del ciclo y referentes del Ni Una Menos se pronuncian sobre la mirada que se aporta desde la pantalla chica. Cómo se trata la violencia de género
Qué hubiera pasado si la serie Monzón (Space, los lunes a las 22) no hubiera tomado partido a la hora de contar su vida y cuyo inicio no fuera otro que el femicidio (el 14 de febrero de 1988 el ex boxeador mato a su mujer, Alicia Muñiz) en los tiempos de hoy, de gran ebullición de las mujeres que desde hace cuatro años se movilizan para seguir agujereando la sociedad patriarcal con la que el hombre nació y creció desde que es hombre? La respuesta la dio Miss Bolivia, cantante referente feminista, que en el programa periodístico de debate que la misma señal de cable también estrenó en tándem con la miniserie de trece capítulos con la conducción de una periodista comprometida con la causa de Ni Una Menos, Florencia Etcheves: “Si esto sucedía hoy se rompe todo”.
Cuando se incurre en violencia de género o se cae en femicidio ya no hay lugar para las medias tintas, las ambigüedades y excusas incluso cuando se trata de un ídolo popular como lo fue Monzón y que muchos lo equiparan con Diego Maradona o Lionel Messi. Se parte del punto exacto, acorde para los tiempos que corren y que, naturalmente, es una decisión política la que toma la producción de Monzón y en un canal emblemático y referente del mundo del boxeo. No es poca cosa para el avance social que se vive en el país y en el mundo.
No se pone en duda ni se suaviza la violencia de un ídolo femicida. La miniserie lo deja en claro desde el inicio y desde este punto de partida se aborda el trasfondo de su vida en paralelo con la reconstrucción judicial del crimen. No a la inversa. El femicidio no queda como anécdota. Quien interpreta a Alicia Muñiz, la actriz Carla Quevedo lo deja bien en claro: “A mí me resulta raro hablar de personaje porque Alicia fue real, existió. Yo reconstruí su perfil con el diario intimo de ella que figura como prueba en la causa. Ella literalmente escribe: Tengo miedo de morir”.
Ese 14 de febrero de 1988 la mitad de la población tomo partido por gritar “Campeón” y por si no alcanzaba se cantó el Himno Nacional en el lugar de la tragedia, en la casa de Mar del Plata que compartió la pareja ese verano. La otra mitad se enfrentaba a viva voz de “asesino”. Los medios de comunicación que casi siempre se supone que están a la vanguardia jugaron un papel pobre en el plano simbólico, como simple vehículo de los patrones patriarcales al apelar a un crimen pasional o títulos como “la esposa fallece tras caer desnuda”.
Estaban a contramano de lo que el caso Monzón comenzaba a despertar en la sociedad, pero que aún no tenía nombre. Se empezaba a respirar un aire distinto. En Monzón, Mariano Chiesa en la piel de Tito Lecture, el representante que le dio la gran oportunidad cuando gano el primer titulo Mundial en 1970 frente a Nino Benvenuti, juzga con los ojos de hoy que “el caso mostró la miseria de los medios de comunicación en el trato de los temas, tan irrespetuosos y los ídolos tan impunes también. Se agradecen los cambios de estos tiempos. Los ídolos hoy son mas conscientes, aunque es cierto que alrededor de ellos se mueven cifras multimillonarias y no se puede salir a decir cualquier cosa. No quita que hay casos extremos a los que les escriben los discursos. Por la miniserie vi reportajes a Monzón y no se puede creer la impunidad mediática que tenía este tipo y cómo le festejaban con ese latiguillo jajajaja es Carlos Monzón”.
Miss Bolivia con una posición tomada sobre el femicidio destaca en la miniserie que subraye al victimario Monzón porque siempre “se nombra a la víctima, ella algo hizo”