El trío compuesto por Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti debutó con un disco que demostró su condición de banda vanguardista en la escena local
No solo sonaban modernos, también se veían modernos. Soda Stereo fue una banda que se animó a representar a sus tiempos desde lo musical y lo visual. Y eso, generaría cierta rispidez entre quienes creían en el rock nacional como una cosa contestaría y antisistema –sí, esos mismos a quienes le molestó el Charly García bailable de la primavera democrática en Clics modernos (1983)-.
Eran los chicos de los raros peinados nuevos, pero también los que tenían más groove en una movida genial que contenía a Los Twist y Sumo, entre otros. Su primer disco salió un día como hoy de 1984 y, 35 años después, esas once canciones siguen sonando vivas, actuales. En aquél momento, su lanzamiento dividió a la crítica: ¿genialidad o pose? El tiempo les daría la razón a los primeros.
Sólidos y rítmicos, el trío no tenía nada que envidiar a sus musas de la New Wave como The Police o el The Cure más festivo. Gustavo Cerati demostraba su talento como vocalista y guitarrista rítmico en temazos que se inscribirían en el cancionero popular como Te Hacen Falta Vitaminas, Un Misil en Mí Placard o Trátame Suavemente -cover de un tema compuesto por Daniel Melero-.
Pero sobre todo, y estos es algo que se ha mencionado poco de la banda, Soda Stereo tenía sentido del humor –al que muchos describen como hedonismo-. En ¿Por qué no puedo ser del Jet Set? se atrevía a cuestionar a una clase alta a la que no se sonrojaban en decir que le gustaría pertenecer, mientras que ellos mismos cuestionaban la superficialidad en Mi Novia Tiene Bíceps.
Eran novedosos, honestos, desfachatados. Y una excelente banda de rock. No es casual que aún se mantengan como la banda más grande y convocante de Latinoamérica. Un mérito obtenido gracias a su habilidad para catalizar sonidos vanguardistas y encontrar las palabras justas para atrapar a las masas. Atributos que ya estaban presentes en este enorme debut.