La Dra. Paola Ferrero, integrante del Centro de Investigaciones Cardiovasculares “Dr. Horacio Eugenio Cingolani”, que explicó los alcances del estudio.
El uso del cannabis con fines medicinales viene en aumento en los últimos años. Gracias a la reglamentación de la ley 27.350 aprobada en el 2017, que le da un marco regulatorio a la trabajo científico, investigadores y becarios del CONICET-BsAs descubrieron nuevos beneficios del consumo a largo plazo de cannabis en la función cardíaca.
Como modelo de estudio, los científicos utilizaron a la ‘Drosophila melanogaster’, conocida popularmente como la “mosca de la fruta”, ya que su corazón comparte muchas características con el del ser humano.
Cabe destacar que los efectos del consumo agudo, o a corto plazo, de la Cannabis Sativa en la función cardíaca incluyen taquicardia e hipotensión, pero los investigadores quisieron comprobar qué pasa si se consume la sustancia “en un tratamiento crónico”.
La Dra. Paola Ferrero, integrante del Centro de Investigaciones Cardiovasculares “Dr. Horacio Eugenio Cingolani” que llevó adelante la investigación, explicó que “el proyecto tiene como objetivo principal caracterizar los efectos que generan en el corazón los fitocannabinoides”.
“Los compuestos orgánicos de la planta Cannabis Sativa pueden ser utilizados potencialmente con fines terapéuticos”; y agregó que “este estudio comenzó por el hecho de que recurrentemente se necesita evidencia científica para implementar nuevos avances en medicamentos”.
Puntualizando en el estudio, los investigadores seleccionaron moscas sanas (es decir, que no eran modelo de estudio de ninguna enfermedad), que fueron divididas en dos grupos. A ambos se los expuso durante distintos períodos de tiempo a vapor de cannabis –que contenía los principales fitocannabinoides–, generados a partir de las cepas cultivadas y caracterizadas en el Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM, CONICET-UNLP).
“Los genes que controlan la función del corazón de la mosca son muy parecidos a los genes que controlan la función del corazón del humano, entonces uno puede extrapolar algunas cosas y puede reproducir patologías humanas en las moscas y hacer estudios”, explicó Ferrero.
Una vez finalizada la etapa de la investigación se prosiguió a analizar el comportamiento de las células del corazón, el latido, la frecuencia cardíaca, el índice de arritmia y se evaluó cómo afecta el consumo en comparación con un grupo de moscas control que no habían sido expuestas al cannabis.
Pero el hallazgo más importante tiene que ver con lo que ocurre a largo plazo. “Lo que logramos ver en las moscas que estuvieron expuestas entre 11 y 13 días es que se va dando un efecto de acostumbramiento y aumenta la contractilidad del corazón, es decir la fuerza con la que éste se contrae. Un corazón con mayor contractilidad responde mejor a condiciones de estrés, por ejemplo”, apuntó Maia Rodríguez, pasante de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA).
Para las investigadoras, esta mayor contractilidad está vinculada a un aumento en los niveles de calcio al interior de las células cardíacas. Además, otro dato que aporta el trabajo es que el efecto se da incluso en ausencia de los receptores de cannabinoides típicos del ser humano y del resto de los mamíferos, conocidos como CB1 y CB2.
“La realidad es que hay un montón de patologías candidatas para el uso de cannabis, pero actualmente el tratamiento médico sólo se permite para la epilepsia refractaria con un tipo de aceite determinado”, agregó Ferrero.
El próximo objetivo del equipo es seguir estudiando los efectos del cannabis con relación a enfermedades asociadas a alteraciones cardíacas, y ya se encuentran trabajando en Parkinson y epilepsia para ver de qué manera la administración de ciertos tipos de fitocannabinoides compensa o mejora esas deficiencias.