Violencia, muertes y enfrentamientos entre los reclusos de San Onofre y un final abierto marcaron el ritmo de este último acto.
Llegó a su fin la tercera temporada de El Marginal, la serie que recreó el mundo carcelario en el penal de San Onofre que comenzó en 2016. Centrada en la vida de los hermanos Mario y Diosito Borges (Claudio Rissi y Nicolás Furtado respectivamente), la serie se emitió los martes a las 22 horas en la Televisión pública y tuvo durante el último capítulo picos de rating de 9,8 cuando la media del canal estatal no supera los 1,8.
Pero cronológicamente hablando, esta tercera temporada corresponde a la segunda parte de esta historia, y continúa en la primera temporada que tomaba como punto de partida el secuestro de la hija del juez Lunati (Mariano Argento), Luna (interpretada por Maite Lanata). Así se generaron dos temporadas luego de su estreno en 2016 y se generaron dos precuelas.
La vida tumbera y carcelaria es un tema que domina las ficciones argentinas y que el público acepta sin chistar.
El anteúltimo episodio había finalizado con el nuevo (supuesto) poderío de Bruni (Alejandro Awada) unido a Pantera y a Moco (Lorenzo Toto Ferro) enfrentados a los Borges que vieron su fuga frustrada por haber sido “traicionados” por el juez Lunati. Todo quedaba argumentalmente correcto para unir la trama a la primera parte. Y comenzó el final, cuando se emitió el octavo episodio de esta tercera temporada.
Bruni casi logra a llevar a cabo su venganza cuando entierra vivo a Diosito ante la mirada de su hermano. Supo esperar su momento y armó su revancha en el medio del Carnaval en San Onofre. Aunque todos sabemos que Los Borges van a sobrevivir, la tensión nunca desapareció. El enfrentamiento entre Bruni y Mario-quien termina casi ciego de un ojo-se resuelve cuando Moco mata a Bruni, el ideólogo del asesinato su padre. Ni el más inocente de los presos termina puro e inocente en San Onofre, y Moco no fue la excepción. Al lograr desenterrar a Diosito, comienza el combate más esperado entre él y Pantera. Como en el medio del coliseo romano, se baten a duelo estos dos marginales. Pantera muere y lo “recibe” en su imaginación, El Sapo, su ex “jefe”: “Los marginales también tenemos nuestro cielo”, reflexiona el Sapo mientras agoniza Pantera.
Dios triunfa siempre, podría ser una frase religiosa que en este capítulo se aplica perfectamente. Y San Onofre vuelve a ser de los Borges. Pero allí volvemos al inicio que fue la primera temporada, y mediante un resumen de lo que vimos en 2016, vemos como los Borges son nuevamente condenados y llevados al penal de máxima seguridad, la cárcel de Puente Viejo. Con una cuarta temporada confirmada, la historia de los Borges parece no querer terminar y la llegada a esta nueva prisión donde se encuentran con Miguel Palacios (Juan Minujín) le agrega un condimento especial que provocan ganas de ver más.
Esta temporada no defraudó nunca. Nos volvió a entregar dosis de violencia, de miedo, de agobio. Y también el mundo de los desprotegidos cuando viven fuera de la ley.
El Marginal es una serie que no teme a nada. Arriesga en cada escena, incomoda al espectador por momentos pero genera tal magnetismo que obliga a seguir mirando la serie a través del espacio entre los dedos con los que se tapa la cara. Acerca al espectador a un mundo que desconoce y a una jerga que no utiliza. Si en el inicio de este siglo la serie que vino a cambiar las ficciones de la televisión fue Okupas, seguida luego por Tumberos (2002), El Marginal cierra este trío de series centradas en la personajes masculinos que viven en el límite y no tienen nada que perder.
Pero El Marginal no intentó nunca aleccionar, sólo reflejar un mundo donde rige la ley del más fuerte, el más hábil y el que entiende las reglas para sobrevivir. Porque de eso se trata: de que no te maten (pronto).