Los que más sufrieron fueron los asalariados no registrados: respecto a abril, su ingreso cayó 3,2% en términos reales y en el último año acumuló una baja de 16%.
Ese último dato cobra relevancia cuando se lo mira en paralelo con la reciente publicación oficial, también del Indec, de la dinámica del empleo local. Ahí se vio que entre el primer trimestre del año pasado y el mismo período del 2019, el empleo asalariado registrado cayó 1% y el no registrado subió 2,5%.
Es decir: los trabajadores no registrados son cada vez más y cobran cada vez menos. En números, esa precarización implicó que se perdieran 105.000 puestos registrados, durante el último año, y que aparecieran en cambio 115.000 empleos no registrados. Según el coordinador del Observatorio de Derecho Social de la CTA-Autónoma, Luis Campos, desde el primer trimestre del 2016 la creación de puestos registrados fue nula y la de precarios llegó a 383.000 puestos. Con todo, a la par que la calidad del empleo se deteriora, los salarios siguen cayendo y en especial para los deteriorados.
La caída libre del salario real arrancó con el combo devaluación y tarifazo de fines del 2015 y principios del 2016. Luego recuperó parcialmente en el 2017 electoral y volvió a desplomarse tras la fuerte ronda de tarifazos y devaluación del 2018. Según el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) desde que arrancó la gestión Cambiemos la contracción real fue de 16,4%.
El director de Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina reseñó la dinámica más reciente, a partir de los datos publicados ayer por el Indec. “El Índice de Salarios trepó 2,8% en mayo, apenas por debajo del alza del IPC Nacional, que fue de 3,1%. El problema es que en los primeros 5 meses de 2019 el salario real perdió casi 3 puntos, que se suman la fuerte caída de 2018 (salarios subieron 30% vs alza de 48% de IPC)”, puntualizó.
Por el contrario, los que sí mostraron una mejora real de 0,4% en mayo fueron los registrados.
La pregunta es qué ocurrirá en adelante. El Gobierno le pone todas las fichas al consumo mediante el nuevo Ahora 12 y los créditos de Anses. Pero la incidencia de esos programas es bastante menor a los $90.000 millones que inyecta en la economía cada punto de mejora salarial. Ahí la clave será la dinámica del dólar, que de convertirse en una realidad desaceleraría la suba de precios, sumada a las paritarias cerradas.