La Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) aprobó la utilización en la comunicación institucional y en las producciones académicas del lenguaje inclusivo.
La institución se convirtió en la primera santafesina en aprobar la utilización de la “e” y la “x” en ciertas palabras del lenguaje también denominado “no sexista”, después de que las facultades de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Según la información difundida por el diario La Capital, la medida fue impulsada por la decana de la facultad rosarina, Soledad Cottone, y fue aprobada por unanimidad por el Consejo Directivo.
La resolución reconoce la utilización del lenguaje inclusivo en en la escritura de documentos de difusión interna y comunicados institucionales”.
También acepta la modalidad en “las producciones escritas y verbales realizadas por estudiantes de grado y posgrado, así como docentes y no docentes”.
Según señala la resolución, “se entiende por lenguaje inclusivo aquel que nombra a las mujeres y diversidades sexuales, rompiendo con la idea del uso del masculino como universal y neutro”, lo que se traduce en el reemplazo de la terminación de palabras que denominan género por la “e” como “niñes” o por x, como por ejemplo “todxs”.
Cottone advirtió que la norma no obliga a utilizar estas formas del lenguaje, sino que “las reconoce y habilita espacios de sensibilización y capacitación para todas y todos los integrantes de esta unidad académica”.
El mes pasado, la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco comenzó a aceptar el uso del lenguaje inclusivo en las tesis, monografías y trabajos prácticos de la institución.
Una semana después se sumó Ciencias Sociales de la UBA al aprobar esa modalidad en cualquiera de sus modalidades. El lenguaje inclusivo aún encuentra resistencia en otros sectores académicos.
Meses atrás, el presidente de la Academia Argentina de Letras, José Luis Moure, advirtió que la imposición del “e” en los sustantivos que se generalizan a partir del masculino “no surge como cambio `desde abajo`, es decir como una progresiva y por lo general lenta necesidad expresiva de un número considerable de hablantes”.
En una columna publicada en el sitio de la institución, como “una propuesta ´desde arriba´, numéricamente minoritaria nacida de un grupo de clase media que busca imponer con marca en la lengua un valor en torno a un reclamo social”.