Los trabajadores perderán casi una cuarta parte de su poder adquisitivo.
El IET, un centro de estudios que impulsa la UMET y un conjunto de sindicatos de la CGT y las CTA, publicó ayer su medición de la inflación de los trabajadores, un cálculo de la canasta de consumo de la población asalariada. Por el impacto de la abrupta devaluación, el indicador de agosto dio 4,3%, en línea con la proyección que arrojó el Relevamiento de Expectativas del Mercado del BCRA para el IPC, que el Indec publicará este jueves.
El número del mes pasado duplica al 2,2% de julio. En lo que va del año, la inflación ya acumula 30,5% y en términos interanuales marca 55,1%. En torno a ese número cerraría el IPC de 2019 según las previsiones del grueso de las consultoras y ya casi nadie descarta que superará al del año pasado para convertirse en el más alto desde el fin de la híper en 1991.
Este panorama abre un derrotero complicado para los trabajadores. A fuerza de corridas y tarifazos, la inflación ya acumula un alza de 243% desde noviembre de 2015. Esto implicó una debacle del 18,4% para el poder de compra promedio. “Cada vez más, el deterioro del salario real se parece al de 2002, cuando el poder adquisitivo cayó 23%”, remarcó el informe. Con cuatro meses que se prevén de fuerte suba de precios por delante, las probabilidades de que Macri termine su Gobierno con un deterioro equivalente al que generó el salto cambiario del 300% a la salida de la convertibilidad son elevadas.
El analista del IET Daniel Schteingart lo explicó así: “La baja del 23% se dio entre diciembre de 2001 y diciembre de 2002. Ahí tocó el piso y empezó a rebotar. Si ahora tenemos 18,4% de caída desde el cambio de Gobierno, tendría que caer menos de cinco puntos más para igualarla. Eso podría ocurrir tranquilamente. Con inflaciones previstas en torno al 5% para septiembre y un número cercano en octubre, si los salarios suben dos puntos menos cada mes, puede alcanzarla. Claro que lo de 2002 estuvo condensado en un año y esto, en cuatro”. Más allá de las diferencias temporales, lo preocupante es que el actual ciclo dejará un saldo similar al de la última gran crisis: una vez más, los trabajadores perderán casi una cuarta parte de sus ingresos.
Otras proyecciones salariales realizadas por privados coinciden en que, a pesar de los paliativos oficiales, el poder adquisitivo agudizará su pendiente en lo que resta del año. Días atrás, economistas de Ecolatina, Analytica y el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz le dijeron a BAE Negocios que proyectaban un piso del 5% para la caída del salario real de acá a fin de año.
Esto tendrá su correlato en un nuevo golpe a la actividad. Es que, en conjunto, todas las medidas de alivio anunciadas hasta el momento inyectarán unos $80.000 millones al consumo, según Hacienda. Pero ese monto equivale a sólo un punto de salario real perdido y los pronósticos hablan de, al menos, cinco veces más.
Sin novedades sobre las reaperturas de convenios, el ministro de Producción, Dante Sica, confirmó ayer, luego de reunirse con la CGT, que trabaja en un posible un bono de $5.000 para los asalariados privados, como el que ya se anunció para los estatales. Una iniciativa que, según Mariano De Miguel, otro de los investigadores del IET, no reparará el daño al bolsillo: “Estas pérdidas salariales no se compensan de ninguna manera con un bono porque son compensaciones que se dan por única vez y, al ser puntuales, no corrigen el piso de poder adquisitivo del cual se parte. Lo que sí ayudaría es una recomposición general de las paritarias”.