Porque se mezclaron distintas sensaciones y muchas de ellas, fueron y vinieron sin estaciones intermedias.
Porque conjugaron sin escalas, el pasado, el presente y el futuro en una sola secuencia.
En una cena celebrada en las instalaciones de la entidad «aurinegra», Central presentó ante su gente, la plantilla y el cuerpo técnico que los representará en la Liga Argentina.
Cada jugador lució la flamante indumentaria que los vestirá en la próxima competencia y despidió a Matías Salicrú.
Fue una noche especial y diferente, a partir de los momentos que ilustraron pasajes llenos de emociones.
Nuevos nombres, jóvenes con ganas de crecer y mostrar sus cualidades en un torneo exigente, todos bajo la conducción de Enrique Lancellotti, quien asumió el desafío de volver a formar un equipo competitivo y luego del éxodo masivo que se produjo, tras la temporada pasada.
Y el instante cumbre, el esperado por los dirigentes, socios y simpatizantes llegó.
Las manos se elevaron y enrojecieron. Los gritos, abrazos, agradecimientos y con varias lágrimas como testigos principales, se adueñaron de la noche.
¡¡¡ Olé, Olé, Olé … Puma … Puma !!!, retumbó fuerte en cada rincón, mientras recorría el rectángulo del Estadio «Raúl Braica» junto a su hija Lucía, ese escenario que lo vio jugar y divertirse desde los seis años.
Esa cancha que lo observó levantar muchos trofeos, su club en el cual cosechó un montón de amigos y en el que deja una enseñanza a imitar.
Ambos tableros tendrán eternamente su imagen, su camiseta en uno de ellos y festejando uno de los tantos títulos en el otro.
Matías Ariel Salicrú, recibió las últimas caricias colectivas y ovaciones de quienes fueron contemporáneos con sus conquistas.
Apasionado, humilde, inteligente, ganador, ejemplo, líder y referente, algunos de los adjetivos que le caben a este monstruo del deporte.
«Siempre me dije a mí mismo que, cuando uno quiere lograr algo, lo puede alcanzar con esfuerzo, trabajo y dedicación».
«Gracias a todos por este hermoso momento, a mi familia especialmente, porque siempre me supieron entender y aunque no me vean más más en una cancha de básquet, seguiré dentro del club cumpliendo otras funciones», algunas de las frases que dejó el «Gran Capitán».
Miró detenidamente a ese numeroso grupo de personas que lo seguían aplaudiendo, se guardó cada imagen y agradecimiento que le tributaron, agachó la cabeza, levantó tímidamente su mano derecha y se fue, seguramente sabiendo y sintiendo en su alma, que había escrito una larga, exitosa y memorable página en el Club Central Argentino Olímpico.