El ataque cardíaco silencioso representa un riesgo ya que puede generar otro que nos provoque grandes daños o la muerte. Muchas personas los han sufrido, pero no tienen idea.
Los ataques cardíacos silenciosos o infartos de miocardio silenciosos llevan ese nombre porque no presentan ningún síntoma, pero se pueden detectar a través de estudios que permiten ver secciones de músculo muerto.
Millones de personas en el mundo no tienen idea de que lo han sufrido y de nos ser diagnosticados a tiempo pueden generar graves daños para la salud e, incluso, la muerte.
Por eso, para evitar este tipo de ataques cardíacos, los especialistas recomiendan no esperar a que el corazón nos dé una señal de que algo anda mal, sino que debemos tomar las medidas apropiadas y realizarnos un control.
Si bien llevan el nombre de silenciosos, estos ataques a veces no son tan silenciosos sino que pueden presentar algunos síntomas como un ligero malestar en el pecho, acidez, náuseas y dificultades para respirar.
Además, un corazón con cicatrices puede producir ritmos cardíacos anormales y aumentar el riesgo de muerte súbita al realizar algún deporte. El problema es que las personas atribuyen los síntomas a otras cosas y no se hacen el chequeo médico correspondiente, explican los especialistas.
“Es importante que los médicos sepan quiénes están en riesgo y les receten los tratamientos adecuados para reducir ese riesgo. A pesar de que está en la naturaleza humana ignorar ciertas cosas hasta que surge alguna situación, adoptar un tratamiento preventivo puede salvarnos la vida. En Estados Unidos, los ataques cardíacos son la principal causa de muerte repentina en personas a partir de los 65 años”, comentó Robert O. Bonow, cardiólogo de la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad del Noroeste de Chicago.
Aunque Bonow no recomienda realizar un examen con resonancia magnética del corazón, si recomienda identificar los factores de riesgo. Las personas que tienen un riesgo alto o que se sospecha que han sufrido un ataque cardíaco silencioso, los médicos podrían recomendar un estudio de escaneo, como un ecocardiograma en reposo, una prueba de esfuerzo nuclear y, para las personas que pueden hacer ejercicio, un ecocardiograma con una prueba de esfuerzo. Todos estudios rápidos y que no son invasivos.