La tradición dice que en el Día de la Madre son sus hijas e hijos quienes deben homenajearla pero esta historia es distinta. Una mamá maravillosa de Santa Fe fue la que decidió hacerlo al revés y sorprendió a sus “tesoros” con el regalo menos esperado y el más emocionante.
Micaela “Chichiza” Villafañe, nuestra protagonista, detuvo un encuentro familiar para hacer un anuncio. Como esta mamá cuenta con el arma poderosa del humor, sus hijos pensaron que se trataría de una broma más pero no sabían que se acercaba una ola de lágrimas producto del millonésimo acto de amor de esta mujer.
Chichiza lo premeditó. Casi una semana antes de la sorpresa se complotó con Fabber, el tatuador amigo de la familia, y ejecutó su plan sin que nadie se enterara. Todo transcurrió con absoluta normalidad y nadie advirtió que ella pasó varios días ocultando el resultado.
¿Por qué soy madre?, les preguntó a sus retoños. Y aunque la respuesta parecía obvia “Chichiza” les dijo que no sólo es madre sino que es una madre orgullosa de sus hijos. Acto seguido, expresó “Y les quiero hacer un regalo”. Micaela, con 74 años, subió las mangas de su camisa y develó lo que traía en sus antebrazos, se había tatuado los nombres de Romina Villafañe y Juan Ignacio Santopietro. Lo que siguió ya se lo imaginan. Un mar de llanto de felicidad ante semejante muestra de amor. Chichiza los llevó en su vientre, los lleva en su corazón y ahora también en su piel. Porque el amor de las madres es así, infinito. Y cuando creés que ya lo viste todo de ella, te sigue demostrando que no vas a conocer jamás a una persona igual.