Antes de que Pereyra fuese llevado a un puesto sanitario inglés, le devolvió el casco al Royal Marine. Este, que deseaba llevarse un recuerdo de aquel combate, vio el de Pereyra tirado y se lo llevó a Gran Bretaña, donde lo conservó al punto que formaba parte de su equipaje cuando era destinado en el exterior.
Entre la gente que se turnaba para tomarse una foto, Pereyra dijo: “Todavía no he caído. No sabía lo que iba a pasar, si finalmente lo iba a poder tener”. Su esposa María Cristina y sus hijas Diana y Fernanda no se separaban de su lado. Y detrás suyo observaba con satisfacción Carlos López, un veterano que fue herido junto a Pereyra en la misma acción en Monte Harriet.
Escuchá la nota realizada en “Con el mismo acento” a Hector Pereyra: