Luego de 44 años de servicio, la Fuerza Aérea Argentina dio de baja a los históricos aviones IA-58 Pucará, que combatieron en la Guerra de Malvinas, y presentó su reemplazo el nuevo A-58 Fénix”.
La salida de servicio de esa primera versión de Pucará se hizo en un acto realizado en Reconquista, Santa Fe, que empezó con la revista de efectivos formados y la entonación del Himno Nacional. Luego se llevó a cabo una invocación religiosa, se homenajeó a todo el personal de los IA-58 Pucará caído en la Guerra de Malvinas, y se hizo un emotivo minuto de silencio. En total, la Fuerza Aérea tuvo 55 muertos en Malvinas, la mayoría pilotos.
El acto final de despedida, realizado en Reconquista, fue presidido por el secretario general de la Fuerza Aérea, Brigadier Fabián Horacio Otero, con la presencia del Intendente de la Ciudad de Reconquista, Amadeo Enrique Vallejos; el director general de Investigación y Desarrollo, brigadier César Cunietti; y el jefe de la III Brigada Aérea, comodoro Darío Luis Quiroga, entre otras autoridades civiles y militares.
En las palabras alusivas, se destacó que la Fuerza Aérea presentó el IA-58 Pucará Fénix que es “una evolución lógica y coherente del noble IA-58 Pucará Alfa, que durante 44 años acompañara en tiempos de paz, crisis y conflicto a numerosas generaciones de jóvenes pilotos de combate”.
El Fénix comprende “un adelanto técnico-cualitativo, en un proceso que va desde una aeronave de ataque a otra que permite efectuar misiones de Inteligencia-Vigilancia-Reconocimiento”.
El nuevo avión “permitirá aumentar la capacidad de Vigilancia y Control del Aeroespacio Nacional, con una proyección de empleo por un período aproximado entre 15 y 20 años”, agregó.
El 21 de septiembre había comenzado la navegación final de IA-58 Pucará en configuración de ataque, que consistió en un recorrido por la I Brigada Aérea El Palomar, la IX Brigada Aérea de Comodoro Rivadavia, la VI Brigada Aérea de Tandil y la Escuela de Aviación Militar de Córdoba, para culminar en su unidad de origen, la III Brigada Aérea de Reconquista, Santa Fe.
Tras 44 años de servicio, en cada arribo a cada unidad, dos aeronaves IA-58 Pucará junto a sus tripulaciones fueron recibidas por el personal local para participar de una ceremonia conmemorativa. En la oportunidad, diversos veteranos de guerra -entre ellos el comodoro retirado y veterano de Malvinas José Luis Pontecorvo-, tuvieron el honor, luego de muchos años, de realizar vuelos de cortesía, rememorando las acciones vividas durante el conflicto del Atlántico Sur.
En todas las ceremonias, las palabras alusivas estuvieron a cargo del jefe del Grupo 3 de Ataque, comodoro José Gianotti: “Queremos compartir esta satisfacción del deber cumplido con ustedes, con nuestros superiores, pares y subalternos, con la Patria y con nuestros héroes de Malvinas, que combatieron con bravura, entregando sus vidas sin pedir nada. Traemos nuestro Pucará como homenaje a ellos, y con él traemos 44 años de servicio a la Patria, testimonio elocuente de su efectividad, robustez y eficacia”, agregó.
El IA-58 Pucará fue diseñado y construido en la entonces Fábrica Militar de Aviones (FMA), hoy Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” SA (FADEA) de la ciudad de Córdoba. Su nombre en quechua significa “Fortaleza”. En un comunicado oficial, se explicó que se lo configuró como “un avión para apoyo de fuego aéreo cercano y de reconocimiento ofensivo, de gran maniobrabilidad, con dos motores turbohélice, cabina biplaza en tándem de asientos eyectables y capacitado para transportar gran cantidad de armamento”.
En 1969 realizó su vuelo inaugural, en las instalaciones de la Fábrica Militar de Aviones y la etapa de producción duró entre 1974 y 1999, alcanzando un total de 107 aeronaves construidas. En la Fuerza Aérea Argentina el sistema de armas ha estado operativo desde 1975, manteniéndose en servicio a lo largo de 44 años.
Desde la III Brigada Aérea de Reconquista, el Pucará “ha sido desplegado para integrar ejercitaciones propias o combinadas con otras fuerzas nacionales, como así también, para conformar escuadrillas operativas a órdenes de las Fuerzas de Tareas Conjuntas de Control Aeroespacial, en misiones que incrementen la vigilancia y el control ante la presencia de tránsitos aéreos irregulares”.
La Argentina exportó aviones Pucará a Uruguay, Colombia y Sri Lanka. Estas naves tuvieron una participación importante en la Batalla Aérea de las Islas Malvinas, desplegados desde el Grupo 3 de ataque y operando en la Base Aérea Militar Cóndor, en Puerto Darwin, donde desempeñaron misiones de exploración, apoyo cercano a la tropas, escolta armada de helicópteros, exploración marítima y ataque a posiciones de artillería, logrando el derribo de un helicóptero inglés.
Durante el Conflicto del Atlántico Sur, el IA-58 Pucará alcanzó y superó “con creces todos los límites para los que había sido diseñado a mediados de los ‘60”.
La legendaria robustez de la cual hacía gala, “había protegido a sus pilotos de la lluvia de proyectiles que los cubrían en cada incursión que efectuaban sobre la cabeza de playa en el estrecho de San Carlos, así como también al cerrarse el cerco de las fuerzas británicas sobre la Base Aérea Militar Cóndor, en el istmo de Darwin”.
Las misiones características de “apoyo de fuego aéreo cercano y de reconocimiento ofensivo fueron ocasiones en las cuales demostró su eficacia y precisión”. Por ejemplo, al momento que la fragata HMS Ardent se encontraba disparando sus cañones contra las posiciones argentinas en Darwin, fueron los Pucará los que encontraron y destruyeron las posiciones británicas terrestres que reglaban el fuego de la nave inglesa en la guerra de 1982. Luego aviones británicos salieron a atacar los Pucará para neutralizarlos y permitir el guiado del cañoneo. Por ejemplo, un Sea Harrier FRS 1 tuvo que efectuar tres corridas de tiro con sus cañones Aden de 30 milímetros para poder derribar al avión del entonces Mayor Carlos Tomba, que de todas maneras pudo eyectarse y salvar su vida.
Otra prueba de la resistencia estructural de esta nave argentina, se dio “con el recuento de los impactos sufridos el 28 de mayo de 1982, por el IA-58 matrícula A-537, en ocasión de efectuar tareas de apoyo de fuego sobre las tropas inglesas que atacaban Darwin. Dicha aeronave piloteada por el Capitán Roberto Vila, contaba con más de cincuenta impactos solo en el blindaje de la zona de cabina y, a pesar de ello, siguió volando y regresó de manera segura a su base de despliegue”.
Otra de sus características más notables fue su maniobrabilidad a bajas velocidades, lo que la conviertió en un letal “cazador de helicópteros”.
En efecto, la sección conformada por los tenientes Miguel Giménez y Roberto Cimbaro logró derribar ese 28 de mayo al menos un helicóptero “Scout” británico, haciendo que un segundo se escapara sin poder completar su misión de traslado de Royal Marines a la línea de contacto.
fuente:clarin